United States or Andorra ? Vote for the TOP Country of the Week !


Escuchando al maestro, y bajo la acción sedante de su ademán y de sus ojos tranquilos, recuerdo las incoherencias maravillosas de esos dos libros que emulan las páginas mejores de Maupassant, y que un nervioso no podría leer de noche y á solas. Hoffmann, dando forma y color á sus excentricidades, jamás supo escribir nada semejante.

Se había caído de una escalera, golpeándose en los filos de los peldaños, que son de bronce... También yo me sentí atraído por las puertas y empecé a golpear la de mi vecino, el hombre misterioso, el personaje de Hoffmann. Necesitaba hablar con él: le invitaba a levantarse, para que bebiésemos una copa juntos y presentarle a mis amigos. «Sal, no tengas miedo: te conozco.

Dejando a la savia tropical trepar gozosa a la palma e hinchar el dorado fruto, puede convertirse ese Estado en el más rico de Colombia. En Nueva York. El Alene. El Turpial. El práctico. El puerto de Nueva York. Primera impresión. Los reyes de Nueva York. Las mujeres. Los hombres. El prurito aristocrático. La Industria y el arte. Un mundo "sui generis". Mrs. X... La prensa. Hoffmann House.

Hoffmann, Fundgruben e iter austriacum. Dobrowsky, Geschichte der Böhmischen literatur, págs. 299 y siguientes. Hoffmann, Altniederländische Schaubühne. Mone, l. c., pág. 14. Collier, vol. I, pág. 11. Gerbert, de Cantu et musica sacra, tomo II, pág. 83.

Uno de los establecimientos más característicamente yanquis que he visto, es el opulento bar-room llamado Hoffmann House y situado frente a Madisson Square. Se me ha asegurado que su propietario pasó diez años en una penitenciaría por haber dado muerte a un hombre en un momento de celos. Tiempo tuvo para madurar su idea, que en realidad le salió excelente.

Preguntando a uno de los directores del establecimiento cómo se explicaba que el bajo pueblo no hiciese irrupción y se instalase a almorzar, comer y cenar diariamente y de balde, me contestó que M. Hoffmann conocía mucho el corazón humano, que sabía que en los centros lujosos y brillantes sólo se encuentra cómoda la gente de las clases elevadas, aquella que, si pellizcaba, un sandwich, se cree moralmente obligada a tomarse tres cocktails, sacrificio a que se resigna con bastante facilidad.

No habla con sus vecinos y come con una gravedad sacerdotal, lo mismo que si estuviese celebrando un rito. ¿Quién cree usted que puede ser?... Huye de la gente, y cuando yo le hablo en francés, que parece ser su idioma, me contesta con mucha cortesía, con demasiada cortesía, y de repente se aleja muy estirado, como si existiese entre nosotros una diferencia social que no permite la familiaridad... ¡Y vaya usted a adivinar, con esa cara afeitada que lo mismo puede ser de magistrado que de cómico, sacerdote o mayordomo de casa grande!... Yo lo encuentro lúgubre como un doctor de los cuentos de Hoffmann.

Hoffmann había llegado á tiempo, en la época de la Regencia, después de la orgía de los placeres y de la orgía de los medicamentos con que se agravaba á la primera. Aquel sabio dijo: «Huíd de los médicos: sed sobrios y no bebáis más que aguaFué una reforma moral.

Poco a poco van apareciendo a la puerta del molino toda clase de personajes tenebrosos como Löb Levi, de Beelitzhof, el acaparador de granos, y Hoffmann, de Grünhalde, el corredor de fincas; presentan papeles amarillos y grasientos sobre los cuales la mano de Juan ha firmado cantidades a tanto por ciento y a tantos días... Martín contempla largo rato las letras inciertas que se precipitan, como ebrias, unas sobre otras; después, va a su caja de caudales y paga, sin decir palabras, la deuda y los intereses exorbitantes. ¡De buena gana daría la mitad de su riqueza por conseguir la vuelta de su hermano!