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Actualizado: 11 de julio de 2025
La Morana, hija y heredera de otra Morana que ya había muerto, era una mujer de cuarenta años, pálida, con parches de gutapercha en las sienes para los dolores de cabeza. Estaba casada con un Juan Crisóstomo, que al decir de don Segis, el capellán, no era de los Crisóstomos. Sin embargo, cuando administraba alguna paliza a su mujer, solía mostrar cierta erudición poco común.
Mientras tanto, dormía Villamelón el sueño del justo. Currita, por el contrario, levantada contra su costumbre desde muy temprano, como si algo esperase, notó al punto el alboroto; púsose muy pálida, y una sonrisa de diablillo crispó por un momento sus delgados labios.
En seguida entró en el despacho una joven de veinte años, alta, delgada, pálida, pero de formas suficientemente rellenas para los contornos que necesita la hermosura femenina.
Ahora, en los últimos momentos de su vida, se presenta ante vosotros; os pide que contempléis de nuevo la letra escarlata de Ester; y os dice que, con todo su horror misterioso, no es sino la pálida sombra de la que él lleva en su propio pecho; y que aun esta marca roja que tengo aquí, esta marca roja mía, es solo el reflejo de la que está abrasando lo más íntimo de su corazón. ¿Hay aquí quién pueda poner en duda el juicio de Dios sobre un pecador? ¡Mirad! ¡Contemplad un testimonio terrible de ese juicio!
Después que todos fueron a estrechar la mano, del maestrante, formose un grupo enmedio del salón. Amalia, en el centro de él, despedía a sus amigas besándolas cariñosamente. Estaba pálida y sus ojos inciertos despedían miradas febriles. Al estrechar la mano del conde volvió la cabeza hacia otro lado, fingiendo distracción; se la estrechó con fuerza tres o cuatro veces para infundirle ánimo.
El tío Guichard acaba de morir y nosotros somos prometidos ... Pretendes que hubieras podido ser una buena esposa; pruébalo. La señorita Guichard se puso pálida como si fuera á morir. Sus ojos interrogaron confusamente la cara de Roussel, que estaba grave y solemne. Después balbuceó: Fortunato ... ¿qué quieres decir? No me des una falsa alegría ... ¡Me matarías! ¡Lejos de mí tal pensamiento!
Al día siguiente de llegar a Lancia no fue a dar los buenos días a su padre ni a tomar chocolate con él, como tenía por costumbre. Cuando ya se disponía el viejo a llamarla, entra de repente en su habitación una doméstica pálida y agitada. ¡La señorita se ha puesto muy mala!
¡Señora duquesa! ¡señor conde! exclamó la joven dirigiéndose á ellos ¡cuánto siento haberos hecho esperar! Pero de repente doña Clara se detuvo. Los ojos de la duquesa de Gandía estaban fijos con espanto en ella. Doña Juana de Velasco estaba pálida y temblaba. ¡Qué joyas tan hermosas! dijo ; sobre todo... ese collar de perlas... y ese relicario... perdonadme... pero quiero ver ese relicario...
Vi a tu abuela, a tu madre, a tu tía Úrsula, y, al marcharme, me dijeron: Espere usted, que también la Shele está mala. Entró la muchachita, muy pálida y muy triste, y saludó, sin levantar los ojos del suelo. Vamos, acércate le dijo tu abuela. Pude notar que la Shele sufría y que las comisuras de sus labios temblaban, como por un sufrimiento contenido.
Ester se había amaestrado por largo tiempo en el arte de sufrir en silencio: jamás respondía á estos ataques, sino con el rubor que irresistiblemente enrojecía su pálida mejilla y después desaparecía en las profundidades de su alma.
Palabra del Dia
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