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Actualizado: 4 de junio de 2025


El animal parecía amaestrado por el lidiador, le obedecía en todos sus movimientos, hasta que éste, dando por terminado el juego, abría sus brazos con una banderilla en cada mano, erguía sobre las puntas de los pies su cuerpo esbelto y menudo, y marchaba hacia el toro con majestuosa tranquilidad, clavando los palos de colores en el cuello de la sorprendida fiera.

La experiencia nos enseña que la perfeccion del tacto recorre una grande escala: en los ciegos la vemos en su punto mas alto; y es probable que el mínimum de su perfeccion en los primeros instantes de su ejercicio, se pareceria mucho al de la vista en el acto de caer las cataratas; tambien los objetos se presentarian en confuso, sin que el sujeto que los experimentara, pudiese apreciar bien sus diferencias, antes que la práctica le hubiese amaestrado en discernir y clasificar.

Un espantoso dragón, amaestrado sin duda por los hombres rojos, velaba en el fondo de la sima con el tesoro debajo de su panza. El imprudente que se descolgaba le servía de pasto.

Ester se había amaestrado por largo tiempo en el arte de sufrir en silencio: jamás respondía á estos ataques, sino con el rubor que irresistiblemente enrojecía su pálida mejilla y después desaparecía en las profundidades de su alma.

Saltaba la bestia con la agilidad del terror, las cuatro patas en el aire al mismo tiempo, torciendo en vano la cornuda cabeza para arrancarse con la boca aquellos demonios agarrados a su pescuezo. La gente reía y aplaudía, encontrando graciosos estos saltos y contorsiones. Parecía que ejecutaba una danza de animal amaestrado con la torpe pesadez de su volumen.

El tercer día, a pesar de mi resistencia, me exigió que montara uno de los caballos de su marido. Me acompañará usted me dijo; tengo necesidad de ir de prisa y de ponerme lejos. Corrió a vestirse; mandó ensillar un caballo que el señor De Nièvres había amaestrado para ella y como si tratara de hacerse raptar delante de sus criados, en pleno día, «partamos», dijo.

«Cónsul», tal era el clásico nombre del mono, prometía los mejores aplausos y considerable provecho, si llegaba a presentarse amaestrado en la escena. Era un bello ejemplar de su raza, alto, membrudo, fuerte, de mirada inteligente y viva, de suave y aterciopelado pelaje. Lo malo era su humor hosco, impulsivo y variable.

Palabra del Dia

irrascible

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