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Actualizado: 16 de octubre de 2025
Luego miró hacia el sol con una mano sobre los ojos, para darse cuenta exacta de qué lado venía la luz, y empezó á marchar, contando sus pasos. Veinte dijo clavando en el suelo el segundo bastón. Al reunirse otra vez con los padrinos sacó una moneda, y luego de escuchar á Moreno la arrojó en alto.
Su fiesta estaba muy concurrida: frailes, empleados, militares, comerciantes, todos sus parroquianos, socios ó padrinos, se encontraban allí; su tienda abastecía á los curas y conventos de todo lo necesario, admitía los vales de todos los empleados, tenía servidores fieles, complacientes y activos.
Esta noche continuó el marqués nos reuniremos los cuatro padrinos en casa de Watson para fijar por escrito las condiciones, y mañana á primera hora será el encuentro.
Pero ya le conoce, usted es uno de sus padrinos; es De-Hinchú, el hijo putativo del prestidigitador De-Hinchú, a cuyas representaciones tuve el honor de invitarle; aunque quizá olvidado ya. »Procuraré mandarlo con una partida de culis a Stocktown y de allí por expreso a esa ciudad.
No se pasaron muchas horas sin que dos caballeros, padrinos del director de La Monarquía, viniesen a exigir al de La Independencia una satisfacción personal. Mendoza, pálido y tembloroso, les contestó que él no era el autor del artículo, y les prometió que en el número del día siguiente saldría una rectificación.
Merchán, apoyado en las delaciones que aquí mismo hemos hecho, que todos estos empleados que van á Cuba á defraudar la Hacienda pública, tienen, entre los más altos personajes políticos, sendos padrinos á quienes pagan tributo. Poco aprovecha á dichos padrinos riqueza tan mal adquirida.
Empezó a impacientarse el resto de la comitiva por este trabajo laborioso. Nada quedaba en la tienda digno de ser devorado. Gómez y sus compatriotas se entretenían saltando los bancos de la plaza. Los padrinos pensaban con nostalgia en el comedor del buque. Eran las once en el reloj de la tienda, y el Goethe zarpaba a las doce.
El nuevo cristiano atravesó el cancel, penetró en la iglesia precedido del sacerdote, en brazos de Sebastián majestuoso. Llegó la comitiva al baptisterio. Los amigos rodeaban a los padrinos; viejas, pobres y chiquillos formaban corro, curioseando y en espera de la calderilla del bateo.
Venían a provocarme a un duelo a pistola en condiciones graves. Yo acepté desde luego; tenía la seguridad de que no me había de pasar nada. Nombré de padrinos a un condiscípulo de San Fernando y a un oficial inglés de Marina que comía en el hotel y que estaba en un navío surto en la bahía de Cádiz.
En vano esperaron los socios noticias. En toda la noche no parecieron por allí ni Ronzal, ni Fulgosio, ni Bedoya, que, según se decía, eran los padrinos, amén de Frígilis. Era verdad.
Palabra del Dia
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