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Actualizado: 16 de octubre de 2025
Nos batiremos... ¿Quiere usted antes recibir las últimas lecciones de esgrima? Gracias, ya sé lo bastante. ¡Pobre niño!... ¡Le mataré a usted!... Pero son las diez y media... mis amigos me esperan... A la Caleta. ¿Nombramos padrinos? No nos faltarán amigos para elegir. Vamos pronto. Ahora mismo.
Mucho antes de llegar al paraje designado, vieron sus figuras negras resaltando sobre el blanco tapiz de la helada. Miguel, que hasta entonces había dado señales de hallarse inquieto y nervioso, quedó repentinamente en calma: desde entonces hasta el fin del lance manifestó una absoluta y extraña serenidad que dejó altamente complacidos a sus padrinos.
Comenzó a dar órdenes a los otros padrinos, que lo seguían como los neófitos siguen al gran sacerdote de un culto nuevo. «¡Que se retirasen los automóviles un poco más allá de la cascada! No convenía que los conductores presenciasen el acto.» Y Maltrana fue obedecido.
En constancia de ello firmaban las actas los cuatro padrinos de un tenor. Publicadas las actas al siguiente día en La Mañana y en El Correo de las Niñas, ocupaban tres largas columnas, las tres primeras y de preferencia... Con ello, aumentó, si cabe, la popularidad del capitán Pérez en el pueblo del Tandil...
En Filipinas es cosa sabida que para todo se necesitan padrinos, desde que uno se bautiza hasta que se muere, para obtener justicia, sacar un pasaporte ó esplotar una industria cualquiera. Y como se decía que aquella prision obedecía á venganzas por causa de ella y de su padre, la tristeza de la joven, rayaba en desesperacion.
Anoche parecía resuelto o poco menos a una solución pacífica, se contentaba con que usted desapareciera; y hoy, cuando fui a verle me encontré al señor de Ronzal, que está presente, al lado del lecho de mi amigo». Ronzal saludó. Mesía se había puesto muy pálido. Estaba metiendo ropa blanca en un mundo y suspendió la tarea. De modo que... Que tiene usted que buscar padrinos.
Los novios regresaron con los padrinos en un coche. La comitiva se fue acomodando en otros, y a Núñez y Barragán les tocó venir juntos en una berlina. No era empresa llana y de gusto meterse solo en un coche con hombre de tan endiablado rostro como el paisano. Alguno había en la comitiva que hubiera preferido viajar con un lobo.
El director de La Monarquía balbució algunas palabras manifestando su sentimiento, a las cuales el herido no pudo contestar. El médico le hizo la primera cura y acto continuo fue trasladado al coche, que le llevó en compañía de aquél y sus padrinos a casa. El pronóstico del médico fue reservado en los primeros momentos.
En el saquito de mano llevaba las dos armas que había podido juntar para el combate, después de largas rebuscas y comparaciones entre los revólveres de los pasajeros. Los otros padrinos, que se veían mezclados en un duelo por vez primera, no le ayudaban en nada, alegando su ignorancia. Isidro, a última hora, dudaba de su trabajo.
Un duelo con su acompañamiento ordinario de padrinos, etc., revelaría todo al público... Hace un momento me proponías que jugásemos una partida a la pistola... Acepto... Somos poco más o menos de la misma fuerza en esa arma... Aquel de nosotros que gane su vida... el que la pierda, pierde la existencia en el suicidio. ¡Sea!... queda convenido respondió Pedro.
Palabra del Dia
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