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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Y cuando se casen... no nos olviden tampoco, vengan siempre, vengan, por favor. Prométalo que vendrán, por lo menos en los primeros meses... Y Julio, mudo, la contemplaba con un asombro triste. Carmen apoyó las manos sobre las páginas abiertas del diario de Laura, para impedir que Adriana leyera ante todo, como pretendía, algo de las páginas últimas.
Materne se levantó y dijo secamente: Es hora de ponerse en camino; hay que estar en el bosque a las dos, y estamos aquí hablando tranquilamente como cotorras. ¡Hasta la vista, señor Dubreuil! Salieron los tres rápidamente, no pudiendo reprimir la cólera. ¡No olviden lo que les he dicho! gritó el posadero desde su asiento.
6 Dad la cerveza al que perece, y el vino a los de amargo ánimo. 7 Beban, y se olviden de su necesidad, y de su miseria no se acuerden más. 8 Abre tu boca por el mudo, en el juicio de todos los hijos de muerte. 9 Abre tu boca, juzga justicia, y el derecho del pobre y del menesteroso. 30 [Sin] Engañosa [es] la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme al SE
Preguntádselo a las tribus que moran en sus laderas y os dirán que el Apo duerme con sus ansiedades fieras que las lavas de sus hornos sólo se desbordarán el año en que ellos olviden, en su propio menoscabo, la tradición milenaria de dar a feudo un esclavo arrojándole a las fauces insaciables del volcán.
Lo que perdone la farda, lo que dejen las socaliñas y lo que olviden las derramas, tomadlo vos antes que otros de vuestros compatricios; tomadlo, que según vuestros doctores y políticos entendidos, estamos a merced, y lo que nos dejéis, eso debemos agradecer. Con todo ello, bien me place el donaire con que habéis burlado a tanto cristiano viejo.
Sin desembrollar este lío, que pasó por su cabeza como un relámpago, oyó que le decía Nieves, por despedida también y también muy afectuosa: Y al subir a comer con nosotros, no se le olviden a usted ciertas acuarelas que deseamos ver. Esto ya estaba más claro; pero no todo lo que debía de estar. Era indudable que su padre se había despachado a su gusto aquella tarde en la botica.
El poeta, en el prólogo que les antecede, dice que, si algún lector ignorante se atreve á censurar que en la mayor parte de estos autos aparecen los mismos personajes, como, por ejemplo, la Fe, la Gracia, el Pecado, la Naturaleza, el Judaísmo, la Idolatría, etc., tenga presente, que, como el objeto de esas composiciones siempre es el mismo, sírvese también de iguales medios para conseguir un fin idéntico, y no olviden la razón poderosa de que esos mismos medios, con tanta frecuencia manoseados, llegan cada vez por distintos caminos á términos diversos; porque no olvidándolo, esa crítica, á su juicio, ha de trocarse en alabanza, si es verdad que el arte de la naturaleza es sólo tan grande por la razón de que, con las mismas facciones, forma rostros tan variados, y, con arreglo á este tipo, ya que no se califique de arte, se le disculpará, por lo menos, haber escrito tantos autos distintos empleando los mismos personajes.
Bueno: ¡otro adiós! adiós, mamá; adiós, muchachas; díganle a tata que no me despido otra vez por no despertarlo, y escriban, ¡eh! y no se olviden del frac y luego, dirigiéndose al cochero: vamos a casa de Merrick, ¿sabes? en la avenida. El señor Ricardo está ya en casa; yo fui a buscarlo. ¡Ah! entonces vamos allá.
No se olviden decía a todos de parar el fuego en cuanto oigan la cuerna de Lagarmitte; pues, de lo contrario, se gastaría inútilmente la pólvora.
Al mismo tiempo requerían los cuchillos de monte, se pasaban los morrales, con un movimiento de hombros, a la cintura y se convencían de que todo se hallaba en orden, mientras dirigían a su alrededor miradas de triunfo. ¡Eh, cuidado! les dijo riendo el doctor Lorquin ; no olviden el consejo del señor Juan Claudio: ¡prudencia!
Palabra del Dia
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