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Actualizado: 20 de junio de 2025


Don Alonso, caballero de Olmedo, ama á Doña Inés y es amado de ella; pero el padre de ésta quiere casarla con un cierto Don Rodrigo. La intriga camina, pues, natural y favorablemente, cuando el drama se convierte en trágico de improviso, en oposición con su anterior índole.

Olmedo, célebre por dos batallas en las viejas guerras civiles de España, cuenta apénas unos 13,000 habitantes. Un tiempo ciudad fortificada y de alguna importancia, hoy no llama la atención del viajero sino por sus ruinas, sus murallas desmanteladas, su soledad y tristeza, á pesar de su mediano comercio de maderas.

A un tal Anacleto que se las tiraba de muy fino y muy señorito, le llamaban Anacletus obsequiosissimus; a Encinas, que era de muy corta estatura, le llamaban Quercus gigantea. Olmedo era muy abandonado y le caía admirablemente el Ulmus sylvestris. Narciso Puerta era feo, sucio y mal oliente. Pusiéronle Pseudo-Narcissus odoripherus.

Maxi, después de leer, siguió diciendo: «Le vi en el Saladero; allí debiera estar ese canalla toda su vida. Olmedo, que iba conmigo, me le enseñó. Fue a ver a mi hermano; él iba a visitar a un tal Moreno Vallejo que también está preso por conspirar. ¡Y el tal Santa Cruz es de lo más cargante...!». Fortunata se tapaba la cara con el periódico, fingiendo que leía.

De los vivos, Pinedo, Sánchez, Melchor de León, Miguel Ramírez, Granados, Christóbal, Salvador, Olmedo, Cintor, Jerónimo López. De mujeres, Ana de Velasco, Mariana Páez, Mariana Vaca, Jerónima de Salcedo, difuntas.

Olmedo hizo lo que dijo y se encaminó á Zaragoza, en donde se casó por segunda vez. Uno de los hijos de este segundo matrimonio, del mismo nombre que su padre, desempeñó después, bajo Felipe IV, y con gran aplauso, los papeles de primer galán en los teatros de Madrid. Andrés de la Vega fué director de escena muy solicitado, y uno de los fundadores de la hermandad de Nuestra Señora de la Novena.

El obediente bruto llenaba su deber con lentitud, y el hombre seguia fijo como una estaca, centinela mudo de un campo desierto y de un rebaño de excelente índole. La misma escena se me ofreció diez ó doce veces. A 143 kilómetros de Madrid, en el fondo de la extensa llanura, se encuentra la pobre y vieja villa de Olmedo, primera poblacion de la provincia de Valladolid en la vía que yo llevaba.

Hoy le he dicho a Orfila que se pase por casa». Este Orfila era un estudiantillo de último año de Medicina, que se llamaba lo mismo que el célebre doctor, y curaba, es decir, recetaba a los amigos y a las amigas de los amigos. Un día, al salir de clase, dijo Olmedo a Rubín: «Vete por casa si quieres ver una mujer... hasta allí.

Y Olmedo lo hacía todo tan al vivo y tan con arreglo a programa, que se emborrachaba sin gustarle el vino, cantaba flamenco sin saberlo cantar, destrozaba la guitarra y hacía todos los desatinos que, a su parecer, constituían el rito de perdido; pues a él se le antojó ser perdido, como otros son masones o caballeros cruzados, por el prurito de desempeñar papeles y de tener una significación.

Doña Nieves, bien digerido el café, tomaba chocolate, y acompañábanla Juan Pablo, Feijoo, el pianista ciego, Feliciana, Olmedo y algún otro. El mozo mismo, que había llegado a familiarizarse con aquella sociedad, se agregaba también, tomando asiento a un extremo del corro para escuchar y aplaudir.

Palabra del Dia

lanterna

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