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He aquí cómo ocurrió el caso, que viene a ser por cierto algo novelesco. La fama adquirida por Alfonso, gracias a las exageraciones de su amigo, hizo que hubiera de presentarse en Bissy, quinta de recreo del coronel de Maistre en Chambery.

Marsella era la metrópoli del Mediterráneo, el puerto terminal para todos los navegantes del mare nostrum. En su bahía, de cortas olas, se alzaban varias islas amarillentas, con franjas de espuma, y sobre una de ellas las torres robustas del novelesco castillo de If.

El prosaico desenlace que usted conoce, es lo mejor que resultará de mi historia en cuanto a moralidad y quizás lo más novelesco como aventura. Lo demás no es instructivo para nadie, y sólo sabría conmover mis recuerdos.

Preséntele usted con toda la negra realidad de la vida, braceando en este océano de cieno, sin poder flotar, y ahogándose, ahogándose, ahogándose.... Pero, eso , déjele usted que se enamore con hidrofobia de la dama de enfrente, porque en ese gran recurso dramático ha de cimentarse todo el edificio novelesco.

Se extendió por todo el país la fama de la «difunta Correa». Eran muchos los que habían muerto en los senderos de la altiplanicie llamados «travesías», pero ninguno de los vagabundos fallecidos podía inspirar el mismo interés novelesco que esta mujer. La tumba de la difunta Correa fué en adelante el lugar de orientación para los que pasaban de Salta á Chile.

En cuanto leas lo que te digo, te pones a hacer consideraciones sobre lo raro y lo novelesco de que yo... en mi posición, quiera a un hombre como . ¡Hasta que te cure la tontería, no he de parar! ¿No dicen que el amor es ciego? ¿No pude enamorarme de un pillo? Pues me ha dado por quererte a , que eres bueno, y asunto concluido.

¿Y qué puede haber más antipático a los ojos de los tíos y tías de Alfonso, tan severamente razonadores, que este casamiento tan novelesco con una extranjera? Apenas me atrevo a hablar a mi marido y a sus hermanos, y de no ser así, no puede llevarse adelante el matrimonio.

No, Cupido del demonio: fuera guitarras. ¡Qué cosas se te ocurren! Lo que importa es prestar auxilio a esas señoras. Ya ves, ¡si ocurriera una desgracia!... El barbero, atajado en su proyecto novelesco fijó sus ojos en Rafael. te interesas también por la ilustre artista... ¡Ah pillo! También te ha dado golpe por guapa... Pero ya recuerdo; la has visto: me lo dijo ella.

En fin, hallo y veo un palaustre que lava esta cara como las lava todas. Creo, pues, que Paris es un pueblo inmoral; inmoral de un modo picante, novelesco, fantasmagórico; inmoral de una manera delicada, graciosa, aún artística: sobre todo, de una manera relumbrona, dramática, teatral.

Ciertamente, no tengo por qué quejarme me decía aquel cuyas confidencias referiré en el relato muy sencillo y muy poco novelesco que voy a hacer, porque, a Dios gracias, no soy ya nada, en el supuesto de que alguna vez fui algo, y a muchos ambiciosos les deseo que acaben de la misma manera. He encontrado la certidumbre y el reposo, que valen mucho más que todas las hipótesis.