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Actualizado: 18 de julio de 2025


Despues del oro y los diamantes, la cosa de mas precio que habia éramos nosotras; y presencié un combate qual nunca se ve igual en nuestros climas europeos, porgue no tienen los pueblos septentrionales tan ardiente la sangre, ni es en ellos la pasion á las mugeres lo que es entre los Africanos.

Escucha bien. Y haciendo una graciosa reverencia a la abuela, Francisca declamó con gracia: Si el tiempo se va, señora, Nosotras también nos vamos... Una risa general acogió esta nueva broma de Francisca, que había encontrado medio de desnaturalizar el pensamiento del poeta. Delicioso exclamó la Roubinet extasiada.

En cuanto volvió se apresuró a venir a casa, impaciente por conocer el resultado de mi diplomacia. Pero justamente aquel día una sucesión de visitas se interpuso entre nosotras y no pude hablarle en secreto, ni, mucho menos, entregarle sus cartas. La segunda intentona no fue más dichosa, pues había yo salido.

Si esa buena pieza tuviera que ser juzgada por nosotras, las cinco que estamos aquí, ¿saldría acaso tan bien librada como ahora con una sentencia cual la dictada por los venerables magistrados? ¡No por cierto! Buenas gentes, decía otra, se corre por ahí que el Reverendo Sr.

Lo siento, hija mía, porque nunca has recibido este castigo y te va a doler mucho. Las señoritas tenéis la carne delicada, no sois como nosotras, que estamos acostumbradas desde muy chiquitinas a la intemperie y a los golpes. ¡Ven acá!... Al mismo tiempo sacó del corsé una de las formidables ballenas, que entonces solían usarse.

Me asombré de la frescura con que la infeliz niña decía claramente que engañaba a su mamá. Vaya usted a casa. A nosotras no nos dejaban hablar con usted, pero nos entretuvimos mirándole. ¡Mirándome! , ; a todo el que va a casa le examinamos y le medimos las facciones línea por línea.

El Magistral protestó en vano: «Aquella sociedad la había fundado un ateo, era enemiga de la Iglesia...». No hay tal gritó desde la puerta Visita ; si así fuera, no figuraríamos nosotras como damas agregadas. Yo lo soy advirtió la de Páez por empeño de esta que convenció a papá.

Mañana sin falta. Cristeta. No tengo más esperanza. Inés. ¿Quién sabe? Cristeta. Tómalo con empeño. Inés. Vaya usted tranquila, y hasta mañana...; pero, la verdad.... ¡qué granujas son los hombres! Cristeta. Y nosotras, ¡qué simples! Inés. No, pues si todas fuéramos tan listas come usted, ¡pobrecitos! Cristeta. Con eso y con que no me sirva de nada... Inés. Adiós, señorita.

Y ahora que me acuerdo, ¿qué le decía usté esta mañana á aquel otro señor de patillas, cuando nosotras pasábamos, que nos miraban tanto? ¿Luego me vió usted? Yo veo todo lo quiero. ¡Ah, pícara!; me servirá de gobierno.

"9 de marzo. "¿Por qué conmigo no bromea nunca? Al contrario, me habla con seriedad. No deja de preocuparme esa curiosa diferencia que establece entre Camucha y yo. A Zoraida, en cambio, la trata... ¿cómo diré? con una especie de término medio: ni le da bromas ni la habla con esa carita tan seria... ", ¿porqué viene tan seguido a casa? ¿Por alguna de nosotras?

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