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Actualizado: 18 de julio de 2025


La Marquesa, sin malicia, como ella hacía las cosas, llamó a su lado a Anita para decirla: Ven acá, ven acá, a ver si a ti te hace más caso que a nosotras este señor displicente. ¿De qué se trata? De don Fermín que no quiere venir al Vivero.

Se habían puesto a discutir con animación si la abuelita no habría interiormente correspondido al bisabuelo de Adriana. opinaba Carmen pero ha guardado el secreto, jamás lo ha confesado a nadie, ni a nosotras mismas lo diría nunca. Fue tal vez el único amor verdadero de su vida y un recuerdo que se llevará ella a la tumba.

Priscila dijo Nancy con suave voz, al ceñir el cuello de su hermana, tan distinto al de ella, un collar de corales exactamente igual al suyo , os aseguro que estoy dispuesta a ceder en todo lo que es razonable; pero, ¿quiénes deben de vestirse iguales a no ser dos hermanas? ¿Querríais que cuando salimos no pareciéramos de la misma familia, nosotras, nosotras que no tenemos madre ni otra persona en el mundo?

Para nosotras, mujeres, el experimento es demasiado arriesgado. Y, en general, mientras más se prueba, menos se cree. Demasiado tiempo he vivido fuera de las leyes para que todavía pueda esperar volver a ellas. Usted no quiere creer ahora esto, y su duda es sincera; pero más tarde lo creerá, con sinceridad igual.

Hasta ahora no me compromete; quiere decirse que el día en que esto vaya á suceder, ya será distinto. ¡Ya! Y eso que nosotras nos hemos propuesto no hacer caso de ningún aristecrata; pero vienen los bailes, y, como usté sabe, van á ellos...; porque lo que es en este particular, en nuestros bailes están todos los hombres que van á los de las señoras..., y muchos más.

Es mi idea, es una idea mía. Y otra vez lo digo: la esposa que no da hijos, no vale... Sin nosotras las que los damos, se acabaría el mundo... Luego nosotras...». «Nada, nada, esta mujer está loca y no tendré más remedio que ponerla en la calle pensó Guillermina . ¡Y qué trago estará pasando la otra pobre, oyendo tales lindezas!». Notaba en ella cierta exaltación insana.

El anhelo de íntima perfección se funda, por otra parte, en no ensañarnos a nosotras mismas, ni en pensamiento ni en obra. ¿Engañar a los demás? Tampoco, ya que a la legua se ve que está pintada una cara. Y aunque no se viera, la intención del engaño no sería menos censurable. Entre la mujer que se pinta y la máscara no hay más diferencia que de grado de enmascaramiento.

¡Como que las mujeres de la buena sociedad no cuestan tan caras como nosotras! exclamó Marieta. Pregunta á Maugirón cuánto ha pagado en casa de Doucet y en casa de Worth cuando le honraba con sus favores la hermosa señora de... ¡Nada de nombres propios! interrumpió Maugirón.

Mas fuera la conversación con la hija o fuera con la madre, o fuera con las dos a la vez, casi siempre comenzaba por esta tesis, u otra semejante declamada en altas voces por cualquiera de ellas: Pero ¡válgame la mi Madre Santísima! ¿qué dirá usté, señor don Marcelo, de esta mala peste que le ha caído en la casona? ¿No le da en cara esta poca vergüenza con que, tras de comerle el costado derecho, le tenemos arrinconado en lo más obscuro y ruin, por campar nosotras solas en lo más pomposu, como si todo eyu fuera nuestro y no de usté? ¿No sería mejor que, ya que empieza la escampa, le dejáramos en paz y sin estorbos y nos volviéramos a la nuestra casa antes con antes?... ¡Mire que tiene que ver esta desvergüencería!

Chico, por lo mismo que nosotras hemos conocido bien la pobreza, sabemos mejor que vosotros lo agradable que es. Yo me he comprometido con Salabert porque tiene mucho dinero y puede satisfacer todos mis caprichos. No necesitaba decírtelo.... Por lo demás, si fuera a dar gusto a mi corazón demasiado sabéis, y demasiado lo sabe él, que yo nunca he querido a nadie de verdad más que a Manolo.

Palabra del Dia

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