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Actualizado: 18 de julio de 2025
Se le conocía en seguida que no hablaba como las personas finas, y que tenía miedo y vergüenza de decir disparates. Esto la favoreció en opinión de doña Lupe, porque el desenfado en el lenguaje habría sido señal de anarquía en la voluntad. «No se apure usted le decía la viuda, tocándole familiarmente la rodilla con su abanico ; que no es posible aprender en un día a expresarse como nosotras.
Mejor será que vayamos nosotras allá dijo doña Lupe , y así veremos y hociquearemos todo antes de que se abra al público. Fortunata decía también algo, aunque no mucho, porque lo de la tienda no despertaba en ella gran interés. Después que apuró el platillo de la compota, volvió Aurora para adentro, y trajo unas yemas en un papel. ¡Qué golosa era!
Y ha de saber usted que no me lo esperaba yo; creí que la señorita sería más dura de pelar; pero desengáñese usted..., pa ver picardías no hay más que servir a las amas. Crea usted que nosotras nos vamos con un hortera o un soldao; pero lo que es las señoras, en viendo cabayeros... como si no fueran tales señoras. Tienes razón.
¡Qué ejemplo nos has dado de valor y de virtud, María! le dijo una. La joven alzó los hombros, en ademán de arrojar de sí la gloria que le echaban encima. ¡No dejes de pedir por nosotras! Sí, pediré, querida... Nosotras añadió con un poco de énfasis tenemos la obligación de pedir por los que se quedan en el mundo. ¡Si supieras cómo lloraban los criados hace un momento!
A cambio de los pocos encantos físicos que nos concedió, suele otorgarnos un juicio favorable sobre nosotras mismas. Y así, aun a despecho de las acusaciones matemáticas del espejo, nos vemos de otra manera muy distinta en el cristal ilusorio de nuestro espíritu.
Estuvo una vez el año pasado y entonces fue una gran sorpresa para nosotras. Yo me pregunto si ella sabrá o no lo que pasó con su papá. "Será una gran amiga. Sin embargo, su visita me ha dejado triste". "30 de abril. "Anoche Julio nos leyó, a Carmen y a mí, Ligeia de Edgardo Poe. ¡Cómo siente y hace sentir las cosas realmente divinas!
La vergüenza nos traba la lengua y el miedo á que os riais de nosotras nos hace ariscas aunque estemos por dentro más derretidas que una manteca... No llores, Jacinto, no llores, porque me partes el alma... Vive seguro de que si algún mozo logró hasta ahora que le tuviese ley fuiste tú. Te lo juro por esta cruz bendita...
Antier a las seis de la mañana pasaron por aquí las Castro Pérez: iban a caballo, con sombreros jaranos. ¡Buena visita! ¡Pobre de Angelina que habrá tenido que lidiar con ellas! «A la una, cuando volvía yo de misa, me encontré a don Carlos. Iba con Gabrielita. ¡De veras que la muchacha es hermosa! Me dijeron que el día cinco vendrás a la fiesta. Nosotras estamos contando las horas.
Vamos. Sol no hablaba. Lucía, como que quería defenderla de la directora, que entraba ya en el salón con su paso pomposo. Enseguida, señora, enseguida. Entre usted y detrás vamos nosotras. Voy a coger dos rosas de esta enredadera: esta para Sol y se la prendió con mucha ternura, mirándola amorosamente en los ojos ; esta, que es la menos bonita, para mí. ¡Oh, usted es tan buena! ¿Usted?
De este modo las relaciones que se establecieron entre nosotras no podían ser puramente las de hermana a hermana; ella fue la protectora y yo la protegida, hasta que cambiamos nuestros papeles. Podía yo tener once años, cuando advertí por primera vez que Marta había cambiado singularmente de modales y de aspecto.
Palabra del Dia
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