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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Se me figuró que al despedirme hizo un gesto de desprecio, ¡Dios mío, que estúpido soy! Agosto 2. Cuando creí que iba á encontrarla fría y seria por mi necedad de ayer, recibí la deliciosa sorpresa de hallarla más amable y jovial que nunca. Jamás se acaba de entender á esta clase de mujeres; pero estos vaivenes y misterios son los que más encienden el amor.

Mas la necedad endurecida no se entiende con las voces del amor piadoso, sino solo con las del dolor pungente; ni sabe abrir los ojos a la luz del relámpago que amenaza sino solo a la del rayo que hiere; torpe al amago preservativo, y solo sensible y despierto al golpe ya sin remedio: Malo accepto stultus sapit. Senec. y mientras no se duele, ni le duele ni se enmienda.

¡Oh! no tengo tanto empeño en ir sola replicó tratando de convencerme. Lo que yo objeto es la necedad de quererme impedir que viaje sola como cualquiera otra joven lo hace. Si una doncella tiene la libertad de hacer sola un viaje por ferrocarril, ¿por qué no puedo yo hacerlo también? Porque usted tiene que respetar las conveniencias de sociedad, y una sirvienta no necesita eso.

Ahora vienen siguiéndola sus damas en elefantes, con sillones de oro sembrados de balajes, rubíes y crisólitos. La primera es la Necedad, camarera mayor suya, y aunque fea, muy favorecida. La Mudanza es esotra, que va dando cédulas de casamiento, y no cumpliendo ninguna.

FELIC. Tello, no hay que porfiar, Porque es tanta su tristeza Que no deja de llorar. Si en esa torre la tienes, ¿Es posible que no vienes A considerar mejor Que, aunque te tuviera amor, Te había de dar desdenes? Si la tratas con crueldad, ¿Cómo ha de quererte bien? Advierte que es necedad Tratar con rigor a quien Se llega a pedir piedad.

La primera necedad Dicen que no es de temer, Sino las que van tras ella, Pretendiendo deshacella. 95 Los padres obedecer Es mandamiento de Dios. DO

Minghetti, como todos, la dejaría morir, la dejaría padecer, sin padecer ni morir con ella... ¡El parto! Crueldad inútil, peligro inmenso... para nada: ¡qué estupidez! Las mujeres felices, las mujeres entregadas a la alegría, al arte..., a... los barítonos..., las mujeres superiores, no parían, o parían cuando les convenía, y nada más. ¡Parir! ¡Qué necedad! ¿Cómo no había previsto el caso?

Los que usan de vanos adornos en los escritos, de lugares comunes, y sentencias vulgares, incurren en este defecto, porque dicen cosas que nadie ignora, y quitadas no harian falta. Así es suma necedad empezar un discurso diciendo: El tiempo es precioso, como dice Séneca; ó de este modo: La verdad es buena, como dice S. Agustin, porque estas sentencias son tan comunes, que todos las saben.

Estos versos que ha querido hacer ridículos y vulgares, manchándolos con su baba, la necedad prosaica, pasándolos mil y mil veces por sus labios viscosos como vientre de sapo, sonaron en los oídos de Ana aquella noche como frase sublime de un amor inocente y puro que se entrega con la fe en el objeto amado, natural en todo gran amor.

La vieja ridícula, presuntuosa, devota, expresión humana de la mayor necedad que pueda unirse al mayor orgullo, puso su mano en el rostro de la doncella abandonada y débil, que ofendía sin duda, con su juventud y su sencillez el amor propio de aquellos demonios de impertinencia. ¡Ay, ay, ay!

Palabra del Dia

hociquea

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