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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Algo se diferencia este rasgo piadoso y fervoroso de abnegación, de la necedad que has hecho creer al barón.

Por donde en las historias, más mujeres se encuentran que se mataron desesperadas, que no hombres: sin que por eso nadie las alabe de valientes, o las deje de abominar por furiosas, con que no viene a ser más que una vil cobardía, lo que a la necedad parecía valor, como discurrí largamente en otro escrito Olimpo Máxima 9.

CIPIÓN. Para saber callar en romance y hablar en latín, discreción es menester, hermano Berganza. BERGANZA. Así es, porque también se puede decir una necedad en latín como en romance. CIPIÓN. Dejemos esto, y comienza a decir tus filosofías. BERGANZA. Ya las he dicho: éstas son que acabo de decir. CIPIÓN. ¿Cuáles? BERGANZA. Estas de los latines y romances, que yo comencé y acabaste.

Lo otro, que como andaban por esos lugares y les leen unos y otros Comedias, tomábanlas para verlas y hurtábanselas, y con añadir una necedad y quitar una cosa bien dicha, decían que era suya; y declaróme como no había habido Farsantes jamás que supiesen hacer una copla de otra manera.

¿En casa?... Jesús, hijito mío, y ¿qué te vas a hacer allí solo?... ¿Y si te da algo?... No, por Dios; ve con Leopoldina y vuélvete despacito. El duque de Bringas entró en el palco, y a poco llegó el tío Frasquito acompañando a su sobrina Valdivieso, que rebosaba, como siempre, entusiasmo y necedad, chismes y enredos.

La mayor parte de la noche fue de completo desvelo, de verdadero insomnio. Era necedad resistirse a la evidencia; desvelado... ¡y casi febril! ¡Quitarle el sueño una mujer!

Luego, en el curso de la conversación, suelto una necedad infantil, un chiste de colegio, que en Madrid me valdría una rechifla, y mi público ríe esta inocentada y la repite como una brillante manifestación de ingenio. Ojeda, recordando sus viajes por América, asintió a las palabras de su amigo.

Me separé de ella sin más explicaciones. Otra necedad más me dijo Oliverio cuando se enteró de lo que había yo hecho. Necedad o no heme libre repuse. Me voy a Trembles y te llevo conmigo. No será difícil que se resuelvan a venir a pasar las vacaciones. ¿A Trembles contigo? ¿Magdalena en Trembles? repetía Oliverio cuyos planes había desbaratado mi resolución brusca y temeraria.

Se acordó que la carta se rompiese sin hacer caso de ella, mediante convenir así á la grandeza y autoridad de la ciudad por parte de «un lugarejo corto y de gente tan ignorante y bruta que se podía creer con propiedad, ignoraría el modo de hablar á sus superiores y porque no se desvaneciese si la ciudad reparase en su necedad y que así se le avisase á sus almoxarifes para que así lo tuviesen entendido

Electra, niña boba y discreta, eres un prodigio de inteligencia y gracia, cuando no el modelo de la necedad; tu alma se la disputan ángeles y demonios. Necesitas ocuparte en algo, distraer tu imaginación... No olvides que a las cinco... Vete arreglando ya... ELECTRA. , tía. EVARISTA. Tiempo de sobra tienes: tres cuartos de hora. ELECTRA. No faltaré.

Palabra del Dia

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