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En efeto, él supo tan bien fingir la necesidad, o necedad, de su ausencia, que nadie pudiera entender que era fingida. Fuese Anselmo, y quedaron solos a la mesa Camila y Lotario, porque la demás gente de casa toda se había ido a comer.

Este se hizo el desentendido, aprovechó aquella nueva necedad de la niña para ganar al padre cuanto antes, y como no vio ningún peligro para nadie en la pasión imaginaria de la americanilla antojadiza, no la apartó de su lado, como había hecho con otras mujeres menos tímidas y más temibles para la carne.

Lucido estaría si consultara con tu necedad lo que debo hacerContemplando un momento el encerado de las matemáticas, exhaló un suspiro y prosiguió así: «Si preparo los trastos, eso no es cuenta tuya ni de nadie, que yo me cuanto hay que saber de tejas abajo y aun de tejas arriba, ¡puñales!

Y se embarcó, pensando que es necedad rodar por el mundo cuando, las más de las veces, lo que buscamos lo tenemos en la propia casa. Se había vuelto de repente mujer de orden; deseaba enterarse del estado de sus negocios; creía necesario conferenciar con su tutor. No sabía ciertamente qué podría decirle; pero consideraba urgente el verle, por el solo hecho de que vivía en California.

Has de saber que es ultrajar a Dios y a los santos creer que con palitroques pasados por los pies de una imagen se curan las enfermedades, y que el romero guisado al compás de un credo sirve para hacer buen quilo. ¡Error, necedad, irreverencia, sacrilegio!... No veo en esta casa más que escándalo y profanación añadió colérico, revolviendo sus ojos y mirando las estampas que llenaban las paredes . ¿Qué significan estos retratos de toreros confundidos con los santos más venerables? ¿Qué significan esas muletas y esos estoques, banderillas y puyas, colocadas en pabellón y como al modo de ofrenda al pie de la Santísima Virgen? ¿Y esa cabeza de toro que tiene pendiente de cada cuerno un Niño Jesús de alcorza?... Mujer escandalosa, hasta en los adornos de esta casa se conoce que reinan aquí la profanación, el escándalo y el vicio.

Juanita llevó a doña Inés a la alcoba. , subida en una silla, verás por ese ventanuco todo lo que pase. Acaso no tengas poco de qué admirarte y de qué reírte. Dicho esto, salió Juanita de la alcoba y dejó en ella a doña Inés como presa, cerrando de súbito la puerta y echando por fuera la llave. ¿Qué haces? exclamó doña Inés . ¿Qué necedad es la tuya? ¿Por qué me encierras?

El Magistral estaba crucificado también por la calumnia, por la necedad, por la envidia y el desprecio... y el pueblo asesino le volvía las espaldas y le dejaba allí solo... y ella... ella... ¡estaba haciendo lo mismo! ¡Oh, no, al Calvario, al Calvario! al pie de la cruz del que no era su hijo, sino su padre, su hermano, el hermano y el padre del espíritu».

Síguese de todo lo dicho, que los sentidos solo ofrecen falsos bienes, ó aparentes, y por consiguiente que es necedad ir los hombres dotados de razon buscando continuamente los engañosos atractivos de la concupiscencia.

Cuando vi el retrato me gustó tanto la niña, que por la calle le iba dando besos, y por la noche la acosté conmigo en mi cama. Estoy prendado de ella; mejor dicho, lo estuve estos días atrás, porque ya, habiendo discurrido sobre la necedad de prendarme de un retrato, me río de mismo y digo: «¡Si de carne y hueso encontraré tantas, a qué volverme loco por una pinturaPues no, Sr.

No puedo creer que cometiese semejante necedad. Ni yo tampoco. Aun cuando era su única hija, y la depositaria de toda la historia de su vida, había una cosa que me ocultaba persistentemente, y era la índole de su secreto. Algunas veces he abrigado la sospecha de que tal vez no era muy honorable; que probablemente sería uno de esos que un padre no se atreve a revelar a su hija.