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Pero Cueva, que en su Ejemplar poético fué el primer escritor crítico que defendió el naciente teatro español de los ataques de los clasicistas, no era un poeta de genio: sus obras son superiores como idea a como realización, y con sus limitadas fuerzas creadoras nunca habría llegado a imponer sus doctrinas estéticas.

El portugués giró sobre sus talones y se puso a caminar hacia el naciente. Segura estoy dijo la anciana a Ramiro que este perro vase agora a juntar con Gonzalo, que le espera hacia aquella parte agregó, señalando en la dirección de Santo Tomás: Algún lazo os quieren armar, señor caballero. Aixa le reveló por fin un modo más oculto de llegar hasta ella.

El temporal se resolvió, como ordinariamente, en lluvia fina y menuda que empezó a descender con pausa, tendiendo por la atmósfera un velo sutil y tremante, formado de hilos de agua, el cual amortiguaba aún más el brillo de la luz naciente y borraba los contornos de los objetos lejanos. La marea subía.

Acordose de su mirada última delante del Tribunal, y la sola evocación de aquellas pupilas llénole el ser de supersticiosa inquietud. Cuando hubo llegado a las primeras colinas del naciente detuvo su cabalgadura. El claro camino corría hacia el porvenir, en la coloración deliciosa de la mañana. Seguirlo era ir en pos de vida nueva.

Nada se adelanta con alterarse. El teniente, que esperaba que don Segis participase de su indignación, recibió un nuevo golpe, y calló, devorando su enojo. En esta ocasión fué cuando se manifestó la sorda enemiga del capellán de las Agustinas por la injustificada preferencia que don Benigno otorgaba al convento naciente. El teniente se volvió entonces hacia el señor Anselmo y don Juan el Salado.

Acabó Gillespie por dormirse con ese sueño pesado y profundo, de una densidad animal, que sólo conocen los hombres cuando están en vísperas de un peligro de muerte. Le pareció que este sueño y la misma noche sólo habían durado unos minutos. Una impresión cáustica en la cara y en las manos le hizo despertar. Era la caricia del sol naciente.

El bote que le había traído estaba en mitad de él, como un navío de dimensiones inverosímiles, rodeado de las unidades de la escuadra del Sol Naciente. Unos cuantos pasos en el agua le bastaban para llegar á su antigua embarcación, y un día sintió la curiosidad de verla de cerca.

En un principio, desesperadamente, había tratado de luchar contra aquel sentimiento naciente que en su alma escrupulosa no se reconocía el derecho de abrigar. Si bien los años habían transcurrido, modificando su situación y dándole la esperanza de un hermoso porvenir, creía que para los Aubry, él era siempre el niño pobre recogido por caridad.

Algunas noches, á la hora en que los faros empezaban á perforar la sombra naciente con sus primeras puñaladas de fuego, sentíase melancólico, y olvidando la diferencia de edad, hablaba á su sobrino como si fuese un compañero de navegación. Lamentaba no haberse casado... Ya tendría un hijo como Ulises.

No es mas mudable é inconstante el mar azotado por los huracanes, mecido por el zéfiro, rizado con el aliento de la aurora, inmóbil con el peso de una atmósfera de plomo, dorado con los rayos del sol naciente, blanqueado con la luz del astro de la noche, tachonado con las estrellas del firmamento, ceniciento como el semblante de un difunto, brillante con los fuegos del medio dia, tenebroso y negro, como la boca de una tumba.