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Actualizado: 31 de agosto de 2025


La acción es del reinado de Alfonso VIII de Castilla, que, por espacio de siete años largos, tuvo relaciones amorosas con una judía de Toledo. El drama comienza suplicando Raquel al Rey que derogue el decreto desterrando de España á los judíos; pinta después el amor naciente y siempre más intenso de ambos, y termina con la muerte de Raquel por los rebeldes castellanos.

En el teatro solía dirigirle con disimulo vivas miradas y alguna que otra vez se aventuraba a soltarle un sombrerazo. Pero en cuanto lo hacía se ponía colorado y miraba con susto a todas partes, temblando de que aquel naciente sentimiento de su alma fuese descubierto. ¡Inocente Gonzalo! Mucho antes de que él se diese cuenta cabal de tal inclinación, la villa entera la conocía.

El arzobispo se apodera de la voluntad de la reina, la hace cómplice de sus planes, y una noche, seguido de clérigos y obreros, derriba las puertas de la mezquita, la limpia, la purifica, y por la mañana, cuando acuden los sarracenos a dirigir sus oraciones al sol naciente, la encuentran convertida en catedral católica.

Hemos hecho justicia á los que, por sus grandes merecimientos han tenido el privilegio de granjearse la eterna gratitud de todo un pueblo; pero nuestra obra resultaría incompleta, si no hiciéramos también resaltar, para tributarle el aplauso que merece, la inmensa labor realizada, con ocasión del movimiento racista, por nuestra naciente marina nacional.

A las cuatro de la tarde seguí por el Rio de Jujuy, y á poco trecho me salieron como unos 100 Mataguayos de la reduccion de Centa, y dándoles unas regalias me despedí de ellos. el rio vueltas de naciente á poniente, y sus orillas pobladas de sauces y montes: habiendo andado 7 leguas, paramos entre unos sauces al lado del poniente.

Cuando los rayos del sol naciente le despertaron por la mañana en el vagón, lo primero que vio, antes de abrir los ojos, fue un huerto de naranjos, la orilla del Júcar y una casa pintada de azul, la misma que asomaba ahora, a lo lejos, entre las redondas copas de follaje, allá en la ribera del río. ¡Cuántas veces la había visto en los últimos meses con los ojos de la imaginación!...

Y era porque su mente se adormia Sobre la almohada de la eterna , Y era que el desterrado sonreia Al estampar sobre su patria el pié. Y al apagarse en su fulgor naciente La purísima aurora de su edad, Brilló sobre su tumba, refulgente, La aurora de la inmensa eternidad.

¿Y qué navíos son esos?... ¿Cómo unos barquitos iguales á juguetes, con sólo la fuerza de sus velas, van á poder remolcar mi bote, dentro del cual cabe amontonada toda esa escuadra del Sol Naciente?... Gentleman dijo la profesora con sequedad , nuestros buques no tienen velas; eso fué en tiempos remotos. Nuestros navíos navegan á voluntad sobre el agua y por debajo del agua.

De codos en la verja contemplábamos nosotros el espectáculo arrobador de aquel espléndido crepúsculo, el panorama de Villaverde alumbrado por los rojos fulgores del naciente día que incendiaba con reflejos de hornaza los celajes que bogaban en el horizonte. Angelina: exclamé, estrechando la mano de la doncella ¿me amarás siempre, siempre, como yo te amo?

Del lado del naciente, una, dos, tres sombras humanas se acercaban con sigilo. Llegaron, miraron a un lado y a otro, escalaron las peñas y desaparecieron por la ventana. Un momento después un grupo más numeroso bajaba por el atajo. Luego un solo hombre, luego tres más, y, por fin, otro grupo de diez a quince personas. La negra abertura tragaba como boca de hormiguero.

Palabra del Dia

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