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Actualizado: 1 de mayo de 2025
El sol es su lámpara de oro; los demas astros, sus lámparas de plata; prados cubiertos de flores, su pavimento; selvas frondosas, sus ricas colgaduras; colinas tapizadas de musgo, sus altares; todos los seres que existen son sus dioses.
Las flores de este campo no crecen más de lo que alcanza el vellón de un carnero; es menester bajarse para verlas; pero su aroma es delicioso, y cuando se cogen para desenrollar sus hojas con los dedos y examinar su textura, sus corolas, sus estambres o sus colores, el corazón admira a la Providencia, que se ha tomado tanto cuidado para estas germinaciones del musgo como para los vegetales gigantescos de las selvas.
Y sin el menor susto tomó la cáscara de nuez, la envolvió bien en musgo fresco para que no se saliera el agua, la puso en su gran saco de cuero, y se volvió por donde vino, saltando y cantando. ¿Ya sabes de dónde viene el agua? le gritó Pedro. Sí, hermano; viene de un agujerito. ¡Oh, a este amigo se lo come el talento! ¡Por eso no crece! dijo Pablo, el paliducho.
Al fondo, a través de una atmósfera azul, se dibujaban los bosques, los valles y las peñas como el musgo y los guijarros de un lago bajo el cristal azulado. Ni una ligera aurilla agitaba la placidez del ambiente.
Tomad un poco de musgo de un tejado cualquiera, dejadlo algunos días en agua, y observad después con un microscopio. Un poderoso animal, el elefante, la ballena de los infusorios, muévese con un vigor y un garbo de vida que no siempre tienen semejantes colosos. Respetémoslo.
Las costumbres patriarcales de que con tanto encomio se nos habla, hay que ir á buscarlas á la caverna del oso ó á su enorme nido, cómodamente tapizado de musgo. Verdad es que el animal da de cuando en cuando algún mordisco á los carneros del pastor, pero generalmente es la misma sobriedad.
Sevilla os mostrará una catedral gótica y templos bizantinos; Itálica ruinas de que estan brotando aun torrentes de poesía, ruinas medio cubiertas de musgo en que la fantasía cree distinguir aun la sombra de los emperadores cuyas cunas de marfil y oro rodaron dentro los muros de aquella ciudad famosa.
El portal de corcho, imitando un arco romano en ruinas, es monísimo, y el riachuelo representado por un espejillo con manchas verdes que remedan acuáticas yerbas y el musgo de las márgenes, parece que corre por la mesa adelante con plácido murmurio.
A la izquierda, se levantaba una alta muralla de rocas salpicadas de musgo; robles y abetos, interpolados con yedras y malezas pendientes, se ostentaban en las grietas, hasta la cumbre de la escarpada ribera, arrojando una sombra misteriosa sobre el agua profunda que bañaba el pie de los peñascos.
El carruaje cruzó por delante del palacio feudal de los Peñalta, cuyas vetustas paredes, manchadas a trechos de musgo, arrojaban sobre la calle un manto de sombra. ¡Qué haría a estas horas Ricardo! María no se dijo esto; no. Pasó sin dirigir siquiera una mirada furtiva a los góticos balcones, con la misma sonrisa serena y protectora. La sombra, no obstante, le produjo un leve temblor de frío.
Palabra del Dia
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