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La ley de la selección se cumplirá... también morirás quizá, pobre niño, pero tu nombre vivirá eternamente unido al mío en los anales de la ciencia y en el agradecimiento de la humanidad. Dicho esto con brusco ademán le puso de nuevo la mordaza, arrastrole hasta la trastera, le amarró otra vez y le dejó como antes estaba tendido sobre el felpudo.

Y como yo así le pedía que siguiera hablando, nos contó un cuento jocoso de ese mismo autor, titulado "La Nariz", sobre un panadero que un día se despierta, se mira al espejo y observa muy asustado que ha perdido la nariz. Y entonces, la mujer del panadero... ¡Oh, Camucha, después me lo contarás! Ahora sigamos, que ella puede venir de un momento a otro. , después te contaré, te morirás de risa.

Y como nosotras no podemos más.... Y como es tu deber aceptar la felicidad que se te ofrece.... Te morirás de gusto cuando sepas que don Frutos Redondo, el más rico del Espolón, ha pedido hoy mismo tu mano. Ana, contra el expreso mandato de sus tías, no se murió de gusto. Calló; no se atrevía a dar una negativa categórica.

JARIFA. No morirás, mi vida, Que la mía te queda. ABIND. Pues viviré mil siglos inmortales. Dame, esposa querida, Tus brazos, en que pueda El alma descansar de tantos males. JARIFA. Véngante tan iguales Como yo lo deseo. ABIND. ¿Llamarásme? JARIFA. ¿Eso dudas? ABIND. No haré, si no te mudas. ¡Ay, cuantos siglos ha que no te veo! JARIFA. ¿Cómo, si no has partido?

Pero creo tanto en eso como en las predicciones de nuestro piloto que, quemando sal y pólvora de cañón, se imagina adivinar el tiempo que hará por el color de la llama. ¡Tonterías! yo no creo más que en la hoja de mi puñal o en el gatillo de mi pistola, y cuando digo a mi enemigo: «¡Morirásel hierro o el plomo cumplen mejor mi profecía que todas las... ¡Silencio! dijo Ivona.

6 Y le dijo Dios en sueños: Yo también que con integridad de tu corazón has hecho esto; y yo también te detuve de pecar contra , y así no te permití que la tocases. 7 Ahora, pues, vuelve la mujer a su marido; porque es profeta, y orará por ti, y vivirás. Y si no la volvieres, sabe que de cierto morirás, con todo lo que fuere tuyo.

Don Quijote le decía: ¿Cómo, traidor? ¿Contra tu amo y señor natural te desmandas? ¿Con quien te da su pan te atreves? -Ni quito rey, ni pongo rey -respondió Sancho-, sino ayúdome a , que soy mi señor. Vuesa merced me prometa que se estará quedo, y no tratará de azotarme por agora, que yo le dejaré libre y desembarazado; donde no, Aquí morirás, traidor, enemigo de doña Sancha.

Decía que eres un teólogo patas arriba; pues sabe que en el mundo civilizado ya nadie habla de Dios ni para bien ni para mal. La cuestión de si hay Dios o no lo hay, no se resuelve... se disuelve. no puedes entender esto, pero oye lo que te importa; , fanático de la negación, morirás en el seno de la Iglesia, del que nunca debiste haber salido. Amen dico vobis.

Anticipar la muerte; ser cadáver que respira y come, pero que no piensa, ni sufre, ni se entusiasma: ésa sería para la dicha, hermano. No adonde ir: los hombres me esperan más allá de esa puerta para acosarme otra vez... ¿Me quieres contigo...? El Vara de palo, por toda contestación, empujó cariñosamente a Gabriel. ¡Vamos arriba, loco! No morirás; yo te sacaré adelante.

Si la guerra te lleva, no morirás... Aquí tienes tu sitio, aquí, entre Luisa y yo: ¡siempre estarás con nosotras! ¡Esta pobre niña no tiene aún bastante edad para saber que vivir es sufrir!... Todos los que allí estaban salieron; sólo Luisa permaneció en la sala, entregada a sus lamentos.