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Actualizado: 7 de junio de 2025


ABIND. No. JARIFA. ¿No en público? ABIND. Aún no quisiera. JARIFA. Ya eres mi bien. ABIND. mi vida. JARIFA. ¿Soy tu hermana? ABIND. , fingida. JARIFA. ¿Y tu esposa? ABIND. Verdadera. Sale ALARA, mora; DARÍN, paje. ALARA. ¿Moro a de Alora? DARÍN. A ti Busca un morisco de Alora. ALARA. ¿Dice a Alara? DARÍN. , señora. ALARA. Di que entre. DARÍN. Ya viene aquí. Sale NU

Los de este distrito son unos 88.000, distribuídos en la forma siguiente: Población cristiana 68.000 Idem mora 8.000 Idólatras de la cuenca del Butuan 12.000 Los habitantes cristianos de Surigao son de carácter pacífico, sumisos, honrados y religiosos, pero poco aficionados á las faenas del campo.

La áspera loma de la Pena de los enamorados, por última vez la treparon un cristiano y una mora, haciendo el fanatismo en este último caso lo que verificó en el primero la intransigencia. La separación de razas que revela el Pico de los amantes, la vemos reproducida en los mismos monumentos, cuyos restos aún conservan las islas.

Y luego calló, preñados los ojos de tiernas lágrimas, a quien acompañaron muchas de los que presentes estaban. El virrey, tierno y compasivo, sin hablarle palabra, se llegó a ella y le quitó con sus manos el cordel que las hermosas de la mora ligaba.

21 Su aliento enciende los carbones, y de su boca sale llama. 22 En su cerviz mora la fortaleza, y delante de él es deshecho el trabajo. 24 Su corazón es firme como una piedra, y fuerte como la muela de abajo. 25 De su grandeza tienen temor los fuertes, y de sus desmayos se purgan. 27 El hierro estima por pajas, y el acero por leño podrido.

Luscinda, Dorotea, la ventera, su hija y Maritornes, llevadas del nuevo y para ellas nunca visto traje, rodearon a la mora, y Dorotea, que siempre fue agraciada, comedida y discreta, pareciéndole que así ella como el que la traía se congojaban por la falta del aposento, le dijo: -No os mucha pena, señora mía, la incomodidad de regalo que aquí falta, pues es proprio de ventas no hallarse en ellas; pero, con todo esto, si gustáredes de pasar con nosotras -señalando a Luscinda-, quizá en el discurso de este camino habréis hallado otros no tan buenos acogimientos.

Y querer mora á cristiano? Eso mejor lo entiendes. Ay Silvia, como me ofendes Y me lastimas temprano! Yo, mi señora, en qué suerte? Escucha, y te lo diré, Que escuchandome, bien Que vendrás á enternecerte.

Donde en su propia natural belleza Asiste la hermosa poesia Entera de los pies á la cabeza! Esta canalla digo que se endiabla, Que por darles calor su muchedumbre, Ya su ruina, ó ya la nuestra entabla. Vosotros de mis ojos gloria y lumbre, Faroles do mi luz de asiento mora, Ya por naturaleza, ó por costumbre,

Eso se parece dijo uno de los oyentes la historia de la princesa Laureola, por quien vinieron de la Meca los tres reyes moros, y dice el cuento que tenía los ojos de azabache ardiendo, la boca de flor de granado, y las orejas de caracolitos del mar. ¿Lo sabes ? Eso está en el romance de la Reina mora, bruto. ¿Qué tiene eso que ver con la princesa Laureola?

Llaguno le iguala en mérito, y lo mismo á su hijo Francisco, con el citado Mora, y segun esto parece muy probable que sea de traza suya la fachada de que hacemos mencion, que en su género es indudablemente de lo mas correcto que puede verse.

Palabra del Dia

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