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La áspera loma de la Pena de los enamorados, por última vez la treparon un cristiano y una mora, haciendo el fanatismo en este último caso lo que verificó en el primero la intransigencia. La separación de razas que revela el Pico de los amantes, la vemos reproducida en los mismos monumentos, cuyos restos aún conservan las islas.

De pronto sonó el pito del contramaestre: había que cambiar la maniobra; doce hombres treparon con ímpetu por los palos para largar todas las velas y arrastraderas; las lonas, cuadradas y triangulares, se extendieron para coger el mayor viento, los anillos chirriaban, las vergas eran estiradas con fuerza; foques, petifoques, toda vela utilizable iba a ser aprovechada.

Los guardias treparon ágilmente, calando la bayoneta, dispuestos á un combate cuerpo á cuerpo; el Carolino era el único que marchaba perezoso, con la mirada estraviada, sombría, pensando en el grito del hombre al caer derribado por su bala.

¡Buena señal! exclamó Van-Stael levantándose apresuradamente . Aprovechemos estos momentos en que tenemos buena brisa del Este para desplegar las velas. Los dos jóvenes, el piloto y el chino treparon por las escalas de cuerda y fueron desplegando las velas.

Encamináronse á San Martín, llegaron, tomaron á la izquierda por la estrecha calleja del postigo, revolvieron á la derecha, y se entraron por unos tapiales derribados, en un ancho hundimiento. Treparon aquellos dos hombres sobre los escombros, y á poco les detuvo una voz que les dijo: ¿Quién va? El alférez Saltillo dijo uno de los que llegaban. ¿Viene con vos el difunto? dijo otro.

Por ese doble juego de gobiernos simultáneos, mancomunados y superpuestos sobre el pueblo, el temporal para las necesidades de este mundo, el espiritual para las necesidades del otro, nuestros antepasados treparon la cuesta de la vida con dos enormes pulpos sobre las espaldas, que les impedían desarrollarse y crecer, arrebatándoles todavía la mayor parte del mezquino fruto de sus amenguadas energías, en compensación del trabajo que se tomaban para coartarles el pensamiento que es una forma del movimiento, como la electricidad, el magnetismo o la luz, matarles el espíritu de iniciativa y tutearlos después que les habían tullido la capacidad de obrar y de conducirse solos.

Los peones treparon la interminable cinta roja que escalaba la barranca, desde cuya cima el "Silex" aparecía mezquino y hundido en el lúgubre río. Y con ahijús y terribles invectivas en guaraní, bien que alegres todos, despidieron al vapor, que debía ahogar, en una baldeada de tres horas, la nauseabunda atmósfera de desaseo, patchulí y mulas enfermas, que durante cuatro días remontó con él.

Ramiro quiso acudir; pero Velasco le retuvo diciendo: Sigamos, que no somos frailes ni corchetes. Aquí es exclamó de pronto el escribano de raciones, al detenerse frente a una covacha del barrio de San Miguel. Después de cruzar dos patios, treparon una carcomida escalera y llegaron, por fin, sobre un terrado, ante la puertecita de un desván.