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Actualizado: 7 de junio de 2025


L. Weigert, Untersuchungen zur spanischen Syntax auf Grund der Werke des Cervantes. Berlín, Mayer & Müller, 1907, págs. 170-174. la perra mora. Baile recordado por Cervantes, La ilustre fregona, CLÁS. CAST., I, 287, y por Quiñones de Benavente, Nueva Bibl. de Aut. Esp., X, x. b.

5 ¿Pensáis que la Escritura lo dice sin causa, El espíritu que mora en vosotros codicia para envidia? 6 Mas él da mayor gracia. Por esto él dice: Dios resiste a los soberbios, y da la gracia a los humildes. 7 Sed pues sujetos a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. 8 Allegaos a Dios, y él se allegará a vosotros. 9 Afligíos, y lamentad, y llorad.

10 Y el que recogió las cenizas de la vaca, lavará sus vestidos, y será inmundo hasta la tarde; y será a los hijos de Israel, y al extranjero que mora entre ellos, por estatuto perpetuo. 11 El que tocare cadáver de cualquier persona humana, siete días será inmundo.

En ambos peñascos, el amor llegó al sacrificio; en ambos se confundieron en un postrer suspiro dos almas, con la única diferencia de que en el primero las causas eran originarias de la diversidad de clases y en la segunda partían del fanatismo y superstición mora. Al Pico de los amantes condujo la desesperación á un plebeyo y á la hija de un chamorri.

12 Y escribe al ángel de la Iglesia que está en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos, dice estas cosas: 13 Yo tus obras, y dónde moras, donde está la silla de Satanás; y tienes mi Nombre, y no has negado mi fe, aun en los días en que fue Antipas mi testigo fiel, el cual ha sido muerto entre vosotros, donde Satanás mora.

La herencia mora que llevaba en su carácter melancólico y soñador, le hacía lamentar contrariando sus creencias religiosas la triste suerte de los creadores de aquel edén.

Los colombianos traían marcadas en las heridas de la carne, y muchos en las del corazón, las huellas del largo batallar en las llanuras de Venezuela y en los Cerros granadinos, contra la fuerza, la arrogancia y el valor españoles. Los argentinos recordaban la incomparable hazaña del paso de los Andes, cuando en las alturas donde mora el cóndor habían librado combates inmortales.

Ahora ya no lloro; es verdad que me encuentro bajo el atontamiento de los primeros momentos, en los cuales no se siente el golpe, por lo fuerte que resulta. ¡Dios mío! ¡Llevadme también a vuestro seno, yo no quiero vivir sino para este cielo que yo enseñé a mis hijas, desde el cual me están llamando, y en que me introducirán cuando llegue mi hora! ¡Ay! ¡las familias, acá en el suelo, se forman y deshacen, pero se reúnen después para siempre en el centro común donde mora Dios!

Ya de tu hermosa Luz clara y rica El bello resplandor miras seguro En la que alma tuya beatifica: Y arrimada tu yedra al fuerte muro De la inmortalidad, no estimas quanto Mora en las sombras deste mundo escuro.

En la primera había una paloma encantada con un alfiler negro clavado en la cabeza; era la reina mora; su madre, la madre de Ana que no parecía. Todas las palomas con manchas negras en la cabeza podían ser una madre, según la lógica poética de Anita.

Palabra del Dia

rigoleto

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