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Es el dinero, ¡el maldito dinero! quien mata la parte más hermosa del soldado, el valor personal, la iniciativa, la originalidad, así como anula al obrero, convirtiendo su existencia en un infierno. El cadete escuchaba con atención a Gabriel, comprendiendo por primera vez que en las grandes potencias militares había algo más que las aficiones belicosas del monarca y el valor de los ejércitos.

Grandes fueron los tumultos y demasías de Aragón; sin embargo, a fines del año de 1591 todo pareció terminar en paz y concordia bajo la simulada clemencia del Monarca. Los señores rebeldes, perdido el recelo, volvían a Zaragoza y ofrecían su mesa a los oficiales del ejército castellano. Había llegado el momento de la regia venganza.

Puede decirse que la conflagración era general en el país, sin embargo de que Guirior había declarado en suspenso el cobro de las odiosas y exageradas contribuciones, mientras con mejor acuerdo volvía el monarca sobre sus pasos.

El monarca le dejó libre, diciéndole que quien sabía ejecutar obras como aquella, no había menester el oro ni la plata. Vuelto Herrera á su casa, continuó trabajando, pero siempre apartado del trato de las gentes, siempre solitario y siempre mal humorado.

Don Pedro, valiéndose de los subalternos del asistente, averigua que éste lo sabe todo; pero siente curiosidad de ver cómo sale de este embarazo, é insiste de nuevo en que se cumpla con rigor la ley. Juan Pascual, que se precave de la cólera del Monarca arrancándole una orden solemne, no tarda en ejecutar su proyecto.

Debió de pintar primero el que hoy se conserva en el Museo del Prado con el número 1.070, donde esta el monarca de unos dieciocho años, de cuerpo entero y tamaño natural, en traje negro de corte.

Hablar de la enfermedad del rey es un crimen, y los cortesanos, los que viven a la sombra del trono, consideran un sacrilegio, un crimen digno de castigo, la menor alusión a la salud del monarca, como si éste no fuese un ser humano, puesto, como todos, bajo la advocación de la muerte.

A propósito de esto te recordaré, hermano Mohamad, el olvido en que como monarca has tropezado respecto a la hermosa Encirnún, esclava, que puede ser reina en cualquier parte en donde se culto a la hermosura.

En cambio se hablaba con delicia de los países lejanos y de la inviolable paz de los claustros. No faltaba, sin embargo quien amase, de veras, al Monarca, sintiendo triunfar o sufrir en él su propio orgullo fanático; la mayoría, bajo la pavorosa coerción, acababa por encomiarle.

Aunque con agradecimiento y respetuosa cortesía se mantuvo firme Antonio Pérez en su resolución, é irritado el Monarca del desaire, declaró al Embajador de España que el Ministro emigrado nada tenía ya que ver con su servicio .