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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Luego, al ser rey Amadeo de Saboya, este monarca revolucionario, execrado y abandonado por la nobleza tradicional, había tenido que acudir a nuevos hombres históricos para formar su corte. El butifarra, por una exigencia del partido, fue alto funcionario de Palacio.
El mismo instrumento de muerte sirve para el monarca ó el tirano que lo inventó, como para el súbdito oprimido; para el mártir generoso, como para el malvado. El hacha destruye una ó muchas cabezas; jamas una idea, un principio ó un interés social.
Un pintor se ha convertido en un monarca; un pobre soldado insepulto, un pobre cadáver, se ha tornado en héroe. ¿Y creeis que eso ha podido hacerlo la gentilidad? ¡No!
Y aquí conviene fijarse en que, a juzgar por las frases de Pacheco arriba citadas, Velázquez entró al servicio real cobrando salario; palabra que basta para dar idea de las relaciones que por toda su vida habían de unirle con el monarca. Difícil, si no imposible, e impropio de un libro de vulgarización, sería pretender fijar cuadro por cuadro y año por año, toda la labor del artista.
La vanidad venció á Ratón Pérez, y apresuróse á ofrecer al rey Buby una taza de té, á trueque de conquistar el derecho de poner cadenas en la puerta de su casa, como se hacía en aquellos tiempos en todas las que conseguían el honor de hospedar á un monarca. Fuera de sí de contento, tiróse el rey Buby de la cama, y comenzó á ponerse su blusita.
A los ocho años de estéril matrimonio naciole una niña grande y hermosa, suceso que le alborozó como alborozaría a un monarca el natalicio de una princesa heredera; más la recia madre leonesa no pudo soportar la crisis de su fecundidad tardía, y enferma siempre, arrastró algunos meses la vida, hasta soltarla de malísima gana.
El duque de Alba cogió la brida del caballo de su monarca. «Señor: que vuestra vida vale más que el triunfo.» Y el Emperador, serenándose, volvía al fin sobre sus pasos, y con un gesto de agradecimiento majestuoso se quitaba la cadena de oro pendiente de su cuello, para colocarla sobre los hombros de Febrer.
Mas no quisiéron que el primer puesto del mundo, que era el de esposo de Astarte y monarca de Babilonia, pendiese de enredos y partidos; y juráron reconocer por rey al mas valiente y discreto.
Aquí, en donde el monarca se inclinaba sobre su trono de oro, el ágil y silencioso lagarto se desliza como un espectro hacia su casa de mármol, al pálido resplandor del creciente lunar. Pero, oíd.
El amparo del Monarca, sin embargo, favoreció todavía al teatro por largo tiempo. Más adelante veremos en la vida de Calderón que la corte de Carlos II le dió el encargo de escribir diversas obras para fiestas reales; leemos también, que, á costa de la casa Real, se dieron al pueblo algunas representaciones teatrales.
Palabra del Dia
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