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Actualizado: 21 de junio de 2025
Hallándose, después de una ausencia de dos años, solitario otra vez en su posesión de campo de Meclemburgo, le sorprendió una carta del rey Maximiliano II de Baviera, en que este monarca manifestaba el deseo de tenerlo á su lado.
Un soldado de su guardia que le vio salir, tuvo algunas sospechas de su intento y temeroso de que el rey cayese en alguna asechanza, se armó y le siguió de lejos. Llegado que hubo el monarca al sitio que todavía se llama la Fuente del Rey, y que era entonces un lugar muy agreste, se detuvo aguardando a que se presentase el moro.
Habiendo andado en toda aquella tarde como la milésima parte de la ciudad, los traxéron de vuelta á palacio. Candido se sentó á la mesa entre Su Magestad, su criado Cacambo, y muchas señoras; y no se puede ponderar lo delicado de los manjares, ni los dichos agudos que de boca del monarca se oían.
Total, que los señores del cabildo, después de un gran pleito se salieron con la suya, viviendo fuera de la Primada, y las Claverías quedaron sin concluir, con este techo bajo y esta barandilla, todo provisional... Pero aun siendo como es este claustro, han vivido reyes en él. Aquí pasó varios días el gran monarca Felipe II. ¡Qué tiempos aquéllos!
El Lohengrin con casco de aletas, capa blanca y las dos manos en la empuñadura del sable resultaba menos insufrible que este señor de enhiestos bigotes y dientes de lobo vestido de marino, que reía con una risa falsa y brutal y desempeñaba el papel de hombre sencillo, de monarca sin ceremonias, cuando encontraba en el mar á un multimillonario de América ó de Europa.
Yo admiro en don Alfonso el Sabio el varon mas eminente de su siglo i el monarca que mas ha trabajado en favor de la cultura de sus vasallos en todo linaje de artes i ciencias; pero no pudo con tan gran sabiduría ver muchas cosas sin ojos apasionados i sin ser arrastrado en muchas de sus acciones por la ignorancia vulgar en aquellos tiempos i aun en algunos de los siglos que despues de ellos han corrido.
El Monte-Blanco es el monarca de las montanas; esta coronado desde muchos siglos con una diadema de nieve sobre su trono de rocas. Esta revestido con un manto de nubes: los bosques forman su cenidor, tiene un avalange en sus manos como un rayo amenazador; pero espera mis ordenes para dejarlo caer en el valle.
Mientras Felipe IV ocupó el trono de España, el teatro, en consideración y en cuanto á elementos esenciales, se mantuvo á la misma altura, á que había llegado, á consecuencia del impulso que recibió en los primeros años del reinado de este Monarca.
No se me alcanza bien por qué el Sr. Danvila se inclina a mostrar a D. Cristóbal harto caído y desatendido por el nuevo monarca. Natural era que hubiese entonces turnos pacíficos, como los hay ahora, aunque durando muchísimo más cada vuelta.
Llegó Felipe IV, descubrió el cuadro y al preguntar cuyo era. Pareja se arrojó a sus pies: entonces el monarca dijo a Velázquez. «Advertid que quien tiene esta habilidad no puede ser esclavo». Su dueño le hizo libre en el acto: mas Pareja toda la vida continuó sirviéndole, y muerto él a su hija y su yerno. En verdad que dice mucho en favor del amo esta segunda y voluntaria sujeción del siervo.
Palabra del Dia
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