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Actualizado: 18 de junio de 2025
El conde entregó su mano sonriendo. ¡Jesús, qué atrocidad! ¡Ciento treinta pulsaciones por minuto! Ningún condenado a muerte las ha tenido. No era verdad. El pulso estaba normal. Así lo manifestó el mismo Alcántara a los amigos haciendo una seña negativa. Alvaro no se alteró por la mentira. Poseído de su valor y convencido de que no dudaban de él, siguió con la misma vaga sonrisa en los labios.
Entonces Adela me dijo que iba a la aldea próxima a llevar un pequeño socorro que la buena priora enviaba todos los días a una familia enferma. No la oí casi, tan ocupada tenía la imaginación. Paso rápidamente sobre los detalles de ese paseo de una hora, hora deliciosa que debía haber sido un siglo y que no ha sido más que un minuto.
Siendo generalmente llano el camino de Paris á Versalles, la compañía de estos ómnibus ha hecho construir una vía férrea, la que no sólo evita peso á los caballos, sino que facilita extraordinariamente la velocidad. A la hora y media, minuto más ó menos, estamos en Sevres.
Mauricio se puso á sus plantas y mirándola hasta el fondo del alma, añadió: Herminia, un minuto de resolución; una palabra decisiva, y todo se ha salvado. ¿Tienes miedo de confiar en mi? Bien sabes que te adoro.
Se contenía, no obstante, a fin de no armar la de Dios es Cristo, de no perder en un minuto cuanto había conseguido trabajando más de un año y de no verse de nuevo en guerra con los poderes constituidos y con toda la población que respetaba y obedecía a dichos poderes. Juanita no dijo que sí; no aceptó lo del monjío, pero no dijo que no; pronunció frases vagas o se calló y bajó la cabeza.
De vez en cuando miraba los tejados de enfrente, de los cuales iba retirándose la luz del sol, cada vez más pálida y dulcificada. Miró su reloj. Las seis. ¿Pero dónde se había metido aquel hombre? Iban a perder el tren, y para aprovechar hasta el último minuto, daba órdenes a Beppa, queriendo que todo estuviese en orden y dispuesto para la marcha.
De pronto, los dos instrumentos enmudecieron... pasó un minuto, y el mismo silencio; pasaron dos, tres minutos... ¿Se habrá ido ya? pensó misia Gregoria, ya no suena esa vocecita de flautín, que me arañaba el oído. Bernardino tampoco resuella. ¿A que ha cedido el muy mandria? ¡Y yo que me estoy aquí hecha una papanatas!
Rasgaba la «sirena» de minuto en minuto con un aullido lúgubre esta noche blanca sobrevenida en plena tarde. A corta distancia de las bordas cerraba la bruma toda visualidad. Los que miraban abajo sólo veían unos cuantos palmos de superficie acuática. Más allá, el humo turbio y denso lo devoraba todo.
Yo creía que la armonía del mundo no podía existir mientras lord Gray viviera, y una curiosidad intensa devoraba mi alma... No podía dormir, el velar me hacía daño... no se apartaba de mi pensamiento la escena que después he presenciado aquí, y cada minuto que pasaba sin saber el resultado de una contienda que yo creí seria, me parecía un siglo...
¡Ah! ¿cuándo será libre? siempre me llevan los recuerdos, no lo puedo remediar, iba á hablar de los palacios y no sé cuanto he escrito en un minuto: vamos atras.
Palabra del Dia
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