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Actualizado: 7 de junio de 2025


Mientras esto hablaban suegra y nuera, en la salita Obdulia y Ponte departían acerca de aquella, diciendo la niña que jamás perdonaría a su hermano haber traído a la familia una persona tan ordinaria como Juliana, que decía diferiencia, petril y otras barbaridades. No harían nunca buenas migas.

A lo que respondió Sancho: -Yo soy, señor, tan desgraciado que temo no ha de llegar el día en que en tal ejercicio me vea. ¡Oh, qué polidas cuchares tengo de hacer cuando pastor me vea! ¡Qué de migas, qué de natas, qué de guirnaldas y qué de zarandajas pastoriles, que, puesto que no me granjeen fama de discreto, no dejarán de granjearme la de ingenioso!

En la estancia de Pehuajó, Juanillo se pasó días enteros observando las dos parejas de domésticos cisnes que poblaban, con varios gansos, un diminuto estanque bordeado de llorones sauces. Como siempre les llevaba migas de pan en el bolsillo, los cisnes, y hasta los gansos, llegaron a conocerlo y a seguirlo.

Terminóse al fin el almuerzo y Currita salió del comedor del brazo de su prima, llevando en la mano un platito de porcelana con migas de pan, para dar de comer a los pececillos de colores que en una magnífica pecera de cristal y bronce dorado adornaban una de las galerías... La enamoraban a ella aquellos animalejos de colores tan brillantes, y la pesca era, entre los placeres del sport, el que más emociones le causaba.

Vamos, ¿quién es tu madre, ésa? le preguntó mostrándole una mujer que a la puerta de la casa se hallaba en pie, mirándoles con enternecimiento. ¡Mama! gritó el niño con angustia. ¿Qué te pasa, hijo? dijo la madre riendo. Aún tiene miedo a las monjas, pero ya se le irá quitando dijo la hermana. Todavía hemos de hacer muchas migas, ¿verdad, buen mozo?... Señora, ¿me deja usted ir a lavar el chico?

¿Y qué más da que vayan o no a casa de Cánovas? Nada, nada... la cosa no tiene malicia. Flojilla cosa es... ¿De qué pan hago las migas, compadre? Del tuyo que con el viento no se oye. Después se permitió echarse a reír, cosa en él extrañísima y desusada. «Este D. Basilio...». Amigo manifestó Feijoo con su franqueza habitual . Confiese usted que la noticia que nos ha traído podría ser una sandez.

Con los primeros hacía yo mejores migas que con los segundos, y asistía a todas las conferencias de Marcial. Si no temiera cansar al lector, le referiría la explicación que éste dio de las causas diplomáticas y políticas de la guerra, parafraseando del modo más cómico posible lo que había oído algunas noches antes de boca de Malespina en casa de mis amos.

Mientras tanto, María Valdivieso hacía una escena sentimental a Paco Vélez, porque lejos de ocuparse de ella, durante el riesgo de la mañana, había pensado tan sólo en salvarse a mismo; Jacobo y el tío Frasquito habíanse entrado en la Hospedería sin decir adónde iban, y Currita, llevada de sus gustos idílicos, entreteníase en echar migas de pan a un altanero gallo que merodeaba por el prado, seguido de algunas sumisas gallinas.

Yo creo que va muerta dijo Obdulia ; ¡qué pálida! ¡qué parada! parece de escayola. Yo creo que va muerta de vergüenza dijo al oído de la Marquesa, Visita. Doña Rufina suspiraba con aires de compasión. Y advirtió: Lo de ir descalza ha sido una barbaridad. Va a estar en cama ocho días con los pies hechos migas.

Cierto es respondió el cura, que con la preocupación perdía la cabeza. Entonces no te abrigues mucho, no sea que luego te resfríes. Nos levantamos de la mesa después de haber hecho infructuosos esfuerzos para mascullar algunas migas de pan y pastel. ¡Ah!, ¡cuánto siento exclamé, estallando en sollozos, cuánto siento dejaros, mi querido cura!

Palabra del Dia

rigoleto

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