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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Hubo en seguida lo de «yo no debía recibirle a usted, porque es usted un ingrato», y lo de «usted me estima en mucho más de lo que yo merezco»; «usted no viene aquí por tal y cual cosa»; «pues sepa usted que no he venido sino por esto y por lo otro»; «que », «que no», etcétera, etc.; porque, mutatis mutandis, en estos preludios de visita siempre se dice lo mismo y no se adelanta un paso, por más que muden los tiempos y se ilustren los actores.

Yo sabía que ya no era el amor, sino el deber lo que la ligaba a él. Al levantarse me dijo estas palabras: «Yo no merezco el amor de usted. La sinceridad que aplaudo y exijo a otros me ha faltado a mi. Usted sabe, y yo le he dicho, que no soy libre... Pero el hombre con quien estaba unida me había dejado, usted no le veía a mi lado, ambos podíamos creer que no volvería más. Ahora... está aquí.

De un susto que te he dado el otro día. ¿Te acuerdas cuando hicimos juntos un ramo de flores en el jardín?... Después quisiste hacerme una caricia y fui tan necia que lo llevé a mal y me eché a llorar... ¡Qué sorpresa y qué disgusto habrás tenido!... Confieso que soy una tonta y que no merezco que nadie me quiera... Sin embargo, bien puedes creerme que no estaba enfadada contigo... Lloré de sentimiento..., sin saber por qué... ¡Qué motivo tenía yo para llorar!

Quiero que ella le sepa. ¿En qué el saberlo podrá turbar la dicha y la paz de su noble vida? Ella me ha amado, ella me ama como un ángel ama a un santo, y yo la he amado como un hombre ama a una mujer. Sería yo hipócrita si no le revelase que no merezco su amor angelical; que yo la amaba como ama un pecador.

Vió a Federico y corrió al castillo para avisárselo a mi madre. ¡Ay, mi buena Marta! lo que yo tendré que sufrir no es nada, me lo merezco; pero vos... Sostenedme, no puedo más, mis fuerzas me abandonan. El aya oprimió a la joven contra su pecho, y la besó con ternura, murmurando a su oído palabras de consuelo. Ven, Elena dijo la viuda tomándola del brazo , no podemos permanecer aquí.

No me importa le contestó Maxi, dejando el sombrero en la percha . Lo merezco, como lo merece toda persona que se enfada porque no le han limpiado las botas. ¡Qué humanidad tan imbécil! Amigo Segismundo, ¡qué hermosa es la muerte!

Antes de renunciar para siempre al mundo, debo manifestarte que no tengo absolutamente ninguna queja de tu conducta para conmigo. Has sido siempre bueno, leal y cariñoso y me has estimado en más de lo que merezco.

No tengo padres, ni hermanos, ni amigos, ni nadie que me defienda y me proteja. Señora, yo se lo juro á usted. No me diga otra vez esas cosas que me ha dicho, porque yo no las merezco. Vamos, prepárese usted á marcharse al momento dijo Paz con crueldad espantosa. ¡Marcharme! , me marcharé.

Para eso fue escrito, y como puñal le esgrimió, la mano alevosa. De una de las dos heridas no hay para qué tratar: es la mía; quizás la merezco, y poco importa.

En es grave, horrible, vergonzoso. Ahora te merezco menos que nunca. Vete: yo soy ahora quien te pide que te vayas. Vete: haz penitencia. Dios te perdonará. Vete: que un sacerdote te absuelva. Limpio de nuevo de culpa, cumple tu voluntad y ministro del Altísimo.

Palabra del Dia

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