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Actualizado: 21 de noviembre de 2025


-Pues lo fue -respondió el caballero-, porque ese don Pedro es mi hermano, y está ahora en nuestro lugar, bueno y rico, casado y con tres hijos. -Gracias sean dadas a Dios -dijo el cautivo- por tantas mercedes como le hizo; porque no hay en la tierra, conforme mi parecer, contento que se iguale a alcanzar la libertad perdida.

Velázquez bailaba con Mercedes. Su antigua querida comenzó á palmotear y á jalearlos de tal modo que el guapo volvió la cabeza sorprendido y los presentes hicieron lo mismo. Al observar su faz pálida, demudada, se guiñaron el ojo y no faltó quien exclamase: ¡Bueno va! Soledad al fin la ha pescao... Si te caes, yo me comprometo á llevarte á casa en brazos, niña.

Y llegándose a ellos, les preguntaron si eran de la cofradía. Rincón respondió que , y muy servidores de sus mercedes. Llegóse en esto la sazón y punto en que bajó el señor Monipodio, tan esperado como bien visto de toda aquella virtuosa compañía. Parecía de edad de cuarenta y cinco a cuarenta y seis años, alto de cuerpo, moreno de rostro, cejijunto, barbinegro y muy espeso; los ojos, hundidos.

Digan vuestras mercedes, señores pastores: ¿hay cura de aldea, por discreto y por estudiante que sea, que pueda decir lo que mi amo ha dicho, ni hay caballero andante, por más fama que tenga de valiente, que pueda ofrecer lo que mi amo aquí ha ofrecido?

El día que os caséis prometo emborracharme... lo que no hice en los días de la vida. Y empujando al mismo tiempo á Velázquez contra Mercedes, añadía: ¡Anda! ¡Abrázala, cobarde!... ¡Hazte cuenta que no somos nadie! Pepa y Paca alzaban á su vez á Mercedes y la empujaban hacia su novio.

Si vuestra señoría fuese servido de darme una tantica parte del cielo, aunque no fuese más de media legua, la tomaría de mejor gana que la mayor ínsula del mundo. -Mirad, amigo Sancho -respondió el duque-: yo no puedo dar parte del cielo a nadie, aunque no sea mayor que una uña, que a solo Dios están reservadas esas mercedes y gracias.

No entendemos esa razón, señor galán respondió Rincón. ¿Que no entrevan, señores murcios? respondió el otro. No somos de Teba ni de Murcia dijo Cortado ; si otra cosa quiere, dígala; si no, váyase con Dios. ¿No lo entienden? dijo el mozo . Pues yo se lo daré a entender, y a beber, con una cuchara de plata: quiero decir, señores, si son vuesas mercedes ladrones.

Para mayor desgracia estaban las niñas del marqués, Lola y Mercedes. ¡Las veces que su tía se sofocó de indignación, sorprendiéndolas por la noche en una reja baja de su hotel, hablando con los novios, que se renovaban casi semanalmente!

A esta sazón pasaron acaso por el camino una tropa de caminantes a caballo, que iban a sestear a la venta del Alcalde, que está media legua más adelante; los cuales, viendo la pendencia del arriero con los dos muchachos, los apaciguaron, y les dijeron que si acaso iban a Sevilla, que se viniesen con ellos. Allá vamos dijo Rincón , y serviremos a vuesas mercedes en todo cuanto nos mandaren.

Y temiendo un segundo fustazo después de tales palabras, hizo dar vuelta á su caballo, huyendo en una carrera frenética que no se detuvo hasta el Arco de Triunfo. Después de este incidente, doña Mercedes perdió toda esperanza de que su hija fuese una Lubimoff.

Palabra del Dia

vengado

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