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Actualizado: 7 de julio de 2025


La conclusión de este meneo mental era que «aquí lo que hace falta es un hombre de riñones, un tío de mucho talento con cada riñón como la cúpula del Escorial». Su prisión por sospechas de conspiración acentuole la soberbia y la murria soñadora, revolviendo más al propio tiempo el pisto manchego de su programa político-social.

Mariquita date tono replicó Jacinta secándose las lágrimas que la risa y las cosquillas le habían hecho derramar . Ya que hay otros peores; pero no pongo yo mi mano en el fuego porque seas el número uno. Juan meneó la cabeza en señal de amenaza. Jacinta se puso lejos de su alcance, por si se repetían las bárbaras cosquillas.

El maestro contestó, con un dejo de orgullo, que no pasó inadvertido a las maliciosas orejas de los muchachos: Era mi hija Silvia... ¿Cómo, monsieur Jaccotot?... preguntó todavía Aguilar, con no fingida sorpresa. Nosotros nada sabíamos de que usted fuera viudo... Monsieur Jaccotot meneó la cabeza en forma de negación...

Al topar con el sacerdote levantó la mano derecha hacia atrás y la lumbre del candil hizo centellear, en el aire, su larga espada desnuda. El Señor de San Vicente meneó de un lado a otro la cabeza, con sonrisa agria, dolorosa. Entonces el segundón acercose al lacayo y pinchole el rostro con el acero. ¡Teneos, en nombre de Cristo! gritó reciamente el canónigo, asiéndole el brazo.

Ramiro meneó la cabeza afirmativamente sin comprender, y dirigiendo la mirada hacia los infolios vio que todos ellos llevaban el mismo título: Summa Theologica, en gordas letras antiguas.

Miquis estaba alegre como un niño, porque también en él, parroquiano constante del Retiro, hacía sentir su influjo la vegetación nueva de Primavera, los juegos del sol entre las ramas, el meneo de las hojas acariciándose, y aquel ambiente, compuesto de frescura y tibieza, que al mismo tiempo atemperaba el cuerpo y el alma. La capa le daba calor. Se la quitó arrojándola por tierra.

¡Bah! ya lo creo dijo el alférez cruzando con su palabra la contestación de Juan Montiño , es verdaderamente maravilloso; ya sabéis que yo meneo bien los hierros. por cierto. Pues bien, antes de venir aquí, supliqué á ese caballero tuviese la bondad de manifestarme su destreza, porque ya sabéis que don Bernardino es diestro. Yo no quería ser testigo de un asesinato.

Gracias, Elena, por vuestro recuerdo. ¿De modo que no me habéis olvidado? ¿Olvidado, Federico? Vos y Marta sois las únicas criaturas que me habéis amado en la tierra. El joven meneó la cabeza, y dijo precipitadamente: No tenemos tiempo para cambiar palabras dulces. Decidme, Elena, ¿de dónde procede vuestra aya? De Bruselas, Federico. ¿Cuál es su apellido? Se llama Marta, Marta Sweerts. ¿Quién es?

Y es así que quando hay tramoyas tales, Nuestras caxas engordan y bureo, Y sin guerra vivimos con reales. Y esta niña, á mi ver, tiene deseo, Más que nosotros, de acertar, y es llano Que acertará con voz, pies y meneo. De todo nos da indicio soberano El examen presente; y así, amigos, Desde luego le dad ripio á la mano.

Vino el cirujano, reconoció la herida, meneó la cabeza murmurando malorum, y tras el cirujano se acercó a la covacha el capellán, y oyó en confesión a Mañuco.

Palabra del Dia

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