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Ya recordarás que el mismo día en que ajustamos la venta de la sillería, se estuvieron paseando en él todita la tarde, dándose un pisto estrepitoso en la Castellana y Retiro». No quiso Benina quitarle la cuerda con interrupciones y negativas, porque sabía que cuando se disparaba en aquel tema, era mejor dejar que le diese todas las vueltas.

Ni más ni menos. ¡Adelante! Pues había ido esta tarde hasta Vallecas y a la vuelta entré en una taberna del camino, y como tenía hambre, mandé que me frieran unos huevitos y me guisasen un pisto. Es admirable cómo guisa los pistos la tía Bibiana del Puente de Vallecas. No deje usted de probarlo si algún día llega hasta allá... ¡Lo probaré...! ¡Adelante!

Si aquella era un ángel vestido de persona, y esta... bien se ve que es una tía ordinaria, que viene acá dándose el pisto de repartir limosnas... ¡Señora!... ¡vaya una señora!... apestando a cebolla cruda... y con esas manos de fregar... Ahora se dan santas del pan pringao, y... ¡a cuarto las imágenes; caras de Dios a cuarto!».

Todas ellas fingiendo cumplir un deber de cortesía con ustedes al visitarlos, se agarran a esa ocasión para darse pisto entre las gentes de la villa y meterles a ustedes sus trapitos por los ojos... Cuando concluya esta tanda, empezará la de las otras, el Faubourg Saint-Germain de aquí, «nuestra vieja aristocracia», como si dijéramos, los Carreños de abajo y los Vélez de arriba, que es ya lo único que nos queda de esa clase, y bastante averiado por cierto.

Se lo decía ella a don Álvaro: Mira, chico, eso es hacer la tonta, la literata, la mujer superior, la platónica.... Que yo me escame y no deje acercarse a esos mocosos que luego se van dando pisto al Casino con sus demasías, no tiene nada de particular, porque... en fin, yo me entiendo; pero ella no tiene motivo para desconfiar, porque ni Paco ni Joaquín se van a atrever a tocarle el pelo de la ropa.... Todo eso es romanticismo, pero a no me la da; por aquello de «pulvisés».

Pocas veces en su vida, ni aun en los mejores días de Jáuregui, se dio doña Lupe tanto pisto como en aquella entrevista, pues siendo el basilisco tan poco fuerte en artes sociales y hallándose tan cohibida por su situación y su mala fama, la otra se despachó a su gusto y se empingorotó hasta un extremo increíble.

No había logrado Olimpia decir toda, toda la pieza, desde el adagio patético hasta el presto con fuoco, sin equivocarse alguna vez, y siempre que tocaba delante de gente, se embarullaba y hacía un pisto de notas que ni Cristo lo entendía. Por eso doña Casta la mandaba tocar cuando había personas extrañas, para que fuese perdiendo el miedo al público.

Va a Buenos Aires por afán de ver mundo, aun suponiendo que, una vez allí, no se hará millonario ni nada, y que, al volver, no podrá darse el pisto de fundar un hospital, ni un grupo escolar, ni siquiera una modesta fábrica de conservas.

Es administrar una casa pensando sólo en darse lustre y pisto, sin ver lo que hay en la caja, sin pensar en los servidores y en la familia. Pero la rutina es una pendiente por donde andan muchos Gobiernos, y la rutina dice que la libertad de la prensa es un peligro. Veamos qué dice la Historia.

Y no dejaron de molestarle también y entorpecerle ciertas disensiones domésticas, pues Refugio, que ya se estaba dando pisto de gobernadora, y se había despedido de sus amigas con ofrecimientos de protección a todo el género humano, se quedó helada cuando su señor le dijo que no la podía llevar... Pucheros, lloros, apóstrofes, quejas, gritos... «Pero, hija de mi alma, hazte cargo de las cosas; no seas así. ¿No comprendes que no me puedo presentar en mi capital de provincia con una mujer que no es mi mujer? ¡Qué diría la alta sociedad, y la pequeña sociedad también, y la burguesía!... Me desprestigiaría, chica, y no podríamos seguir allí.