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Actualizado: 20 de mayo de 2025


La visita se prolongó una media hora, y por fin, el viejo, con ayuda de su bastón, púsose en pie. Me voy, hijas mías dijo con expresión melancólica, a pesar de su carita siempre alegre . El año que viene os acordaréis de al veros sin mi visita.

También le sirvió mucho su hermosura varonil y noble, ayudada por la expresión de su pasioncilla, en aquel momento irritada. Además el rostro del buen mozo, sobre ser correcto, tenía una expresión espiritual y melancólica, que era puramente de apariencia; combinación de líneas y sombras, algo también las huellas de una vida malgastada en el vicio y el amor.

¡La tía Liette! Al decir estas tres palabras, profundas como una oración, Carlos veía surgir en el alba melancólica del regreso la querida imagen luminosa y serena que iluminaba todo su pasado y todo su porvenir. Era una cara joven, tranquila y sonriente bajo sus gruesos rizos negros, que acechaba su primer despertar, sus primeras palabras y sus primeros juegos.

El P. Gil se puso en cruz, mientras una mirada dulce y melancólica plegaba sus labios. Midieron el largo de los brazos. Después el de las manos. En este punto, médico y jurista tornaron a cambiar otra mirada de inteligencia.

Eran celos nacientes, que iban a servir para que Maud se mostrase al fin menos esquiva. Aquella tarde, el humor de ella parecía menos irónico. La voz, algo velada, sonaba con lentitud melancólica; sus ojos estaban húmedos: le brillaban las córneas con una acuosidad excesiva, como si fuesen a derramar lágrimas.

A la semana siguiente, un día que Martín se ha encerrado en su despacho Gertrudis se arma de valor y dice: Mira, Juan; es una locura que estemos atormentándonos de este modo. Dejemos dormir esa tonta historia. ¡Si fuera tan fácil hacer como decir! exclama él con expresión melancólica. Ella lanza una alegre carcajada, y él ríe también. En realidad es muy fácil.

Así, la caída de Lauffen nos pareció mas hermosa y poética que sublime y aterradora, á la luz del sol de la tarde y bajo los resplandores del crepúsculo matinal. Pero durante la noche, cuando la contemplamos desde los altos balcones de nuestro aposento, á la luz melancólica de la luna, nos pareció de una hermosura imponderable.

Ella repitió lo mismo: que no tenía ningún miedo, pero que era ya casi noche y de seguro la esperaban para cenar. Y después de prometer Andrés volver al día siguiente, se separaron, dándose un largo y afectuoso apretón de manos. Era la hora del crepúsculo, tan suave y melancólica en el campo.

Cuando se suelte del pié derecho, murmuró el cochero ahogando un suspiro, le daré mis caballos, me pondré á su servicio y me dejaré matar... El nos librará de los civiles. Y con mirada melancólica seguía á los tres reyes que se alejaban. Los muchachos venían despues en dos filas, tristes, serios como obligados por la fuerza.

Hasay, entre las sombras de la noche, arrancaba triste y melancólica la humilde siempreviva, fiel emblema de la amargura. Cuando los blancos dedos de Lola recorrían el teclado, arrancaban bulliciosos allegros; cuando los de Hasay se posaban en el marfil, solo producían tiernos nocturnos. A la una la animaba el genio de Strauss, á la otra la tierna inspiración de Beethoven.

Palabra del Dia

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