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Actualizado: 20 de junio de 2025
La pluma se le cayó de la mano, lanzó un profundo suspiro o inclinó la cabeza, presa de profundo abatimiento. Se abrió en esto la puerta del despacho para dar paso a una joven que se aproximó de puntillas al doctor y después de contemplarle un instante con melancólica expresión a la que no parecía habituado su semblante risueño, le dio en la espalda una palmada cariñosa.
La niña se alejó cantando á lo largo de la corriente del arroyuelo, tratando de mezclar algunos acentos más alegres á la melancólica cadencia de sus aguas.
Cada gota, al caer sobre el reborde de la ventana, dibuja una ancha estrella en el polvo amontonado allí desde las lluvias del año último. El libro se me cae de las manos y durante largo tiempo contemplo aquella estrella melancólica...
El doctor Rubau le contempló con melancólica conmiseración. «¡Ah, juventud, loca juventud!... ¡Tan apreciable que es la vida!» Lo afirmaba él, vestido siempre de negro, refractario al trato de las gentes, con una marcada tendencia al encierro y al llanto. Después del almuerzo, Ojeda se encontró solo en el jardín de invierno.
Veía abrirse de pronto un ventanal en su imaginación, y pasaban por este cuadro luminoso la melancólica Cinta, su hijo Esteban, el puente del buque, Tòni junto al timonel. «¡Olvida! gritaba la voz de los malos consejos, borrando la visión . ¡Goza del presente!... Tiempo te queda para ir en busca de ellos.»
«Acuérdate» arrullaban las tórtolas produciendo su nota melancólica y tierna en el silencio de los grandes bosques. Pero Raúl no se acordaba... No tengo ningún remordimiento, querido tío respondió con desenvoltura. Neris hizo un gesto vago. Eres muy feliz dijo sencillamente. Prodújose un momento de silencio.
No sé por qué parecen llenas de magia melancólica las cosas pasadas; no se lo explica uno bien; se recuerda claramente que en aquellos días no era uno feliz, que tenía uno sus inquietudes y sus penas, y, sin embargo, parece que el sol de entonces debía brillar más, y el cielo tener un azul más puro y más espléndido.
A impulsos del deseo avanzaba por éstos, releyendo su pensamiento como si fuese de otro, encontrando una deleitación melancólica y dolorosa al unirse de nuevo con sus recuerdos.
Después de contemplar detenidamente aquel espectáculo con melancólica mirada, el anciano dijo: Tenemos a la vista lo menos treinta mil hombres, y avanzan hacia nuestras posiciones; mañana, o pasado mañana lo más tarde, nos atacarán.
Mi madre, que me amamantaba a la sazón, fue depositada sola en la casa de mi abuelo, bajo la salvaguardia de algunos soldados del ejército revolucionario. ¡Y aún causará asombro el que aquellos en quienes data la vida de estos siniestros días, hayan aportado con su conocimiento cierto sabor de tristeza y cierta impresión melancólica al genio francés!
Palabra del Dia
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