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Actualizado: 20 de noviembre de 2025
Salió una voz del tumulto gritando: «¡Pedro, que matan á tu primo!» El mayordomo partió como un rayo, y vibrando su nudoso garrote empezó á repartir palos lindamente. Pronto trazó el miedo un círculo espacioso en torno suyo. Las mujeres se cogían á la cintura de los campeones, queriendo sujetarlos. La condesa, al igual de ellas, también trataba de contener á Pedro vertiendo lágrimas de susto.
A cierta edad, una habitación es un mundo, y el objeto más insignificante es un recuerdo querido que llega a formar parte de nuestro mismo ser. He encargado a Juanita, la esposa de nuestro mayordomo, que la visite y la sirva siempre que se le ofrezca.
Entró el correo sudando y asustado, y, sacando un pliego del seno, le puso en las manos del gobernador, y Sancho le puso en las del mayordomo, a quien mandó leyese el sobreescrito, que decía así: A don Sancho Panza, gobernador de la ínsula Barataria, en su propia mano o en las de su secretario. Oyendo lo cual, Sancho dijo: ¿Quién es aquí mi secretario?
Agora decid a ese buen hombre que entre; pero adviértase primero no sea alguno de los espías, o matador mío. -No, señor -respondió el paje-, porque parece una alma de cántaro, y yo sé poco, o él es tan bueno como el buen pan. -No hay que temer -dijo el mayordomo-, que aquí estamos todos.
¡A almorzar, cabayeros! gritó el Nacional, que se atribuía funciones de mayordomo en el cortijo de su matador. En el centro de la cocina había una gran mesa cubierta de manteles, con redondos panes y numerosas botellas de vino. Acudieron al llamamiento el Plumitas y Potaje y varios de los empleados del cortijo: el mayoral, el aperador, todos los que desempeñaban las funciones de mayor confianza.
Pase adelante con su pregunta el señor mayordomo, que yo responderé lo mejor que supiere, ora se entristezca o no se entristezca el pueblo. ¿Es todo esto así, hermano? -preguntó Sancho. -Sí, señor -respondió el hombre-, pero hágale vuestra merced que muestre las cinco caperuzas que me ha hecho. -De buena gana -respondió el sastre.
Otras irán a las costas del Pacífico, al Paraguay o al corazón de Brasil a continuar su vida de ahorro. Sonrió después maliciosamente, designando una mesa junto a la entrada. Es la mesa de «la cuarentena»; y la llamo así porque en ella encorrala el mayordomo a todo el pasaje sospechoso. Ahí están las cocotas francesas, tan dignas, tan modositas, tan bien criadas.
También era presentable el tío mayordomo pensó Emma ; pero esto no quita que las pague todas juntas, como todos. El tocado de Bonis fue obra más complicada, y dirigida, en efecto, por su mujer, que le hizo afeitarse en un decir Jesús, sin más contingencias que tres leves heridas, que ella misma tapó con papel de goma.
Al encendido encarnado de las mejillas había sucedido cierta palidez, sobre todo en los labios y en el hueco de los ojos. Cuando Pedro dijo «ya hemos concluído», se dejó caer como una piedra, exclamando: ¡Qué atrocidad! ¡Cómo me he cansado! ¿La habrá hecho á usted daño, señorita? preguntó el mayordomo con solicitud. No, no; esto pasará en seguida.
Lo cierto es que hace algunos días les armó un lazo donde fatalmente fueron á caer los desventurados amantes. No se conocen los detalles de esta misteriosa y terrible venganza. El conde desapareció, y se da como seguro que ha pasado á Francia á formar parte de la corte del Pretendiente. Un mayordomo suyo, que la voz pública designa como el principal auxiliar del asesinato, también huyó del país.
Palabra del Dia
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