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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Ciertamente; si al rey don Felipe no se le hubiera ocurrido armar la Invencible y enviarla á saludar á la reina de Inglaterra, la tempestad no hubiera deshecho la armada; no hubiera ido un jinete al Escorial á dar al rey la nueva del fracaso; la duquesa de Gandía no hubiera ido al cuarto de la infanta doña Catalina, ni el duque de Osuna al coro en busca del rey; no se hubieran encontrado, pues, á obscuras duquesa y duque; no hubiera nacido Juan, y no existiendo Juan, al soltarme de San Marcos me hubiera yo ido á Nápoles en vez de venirme á Madrid, y no me hubiera encontrado con la buena, buenísima hija del duque de Lerma: ni ella me hubiera dado la carta de la camarera mayor para su padre, ni por consecuencia, hubiera yo encontrado en el zaguán del duque á Juan Montiño, ni hubiera salido por el postigo de la casa del duque después de haber hablado con su excelencia, ni hubiera encontrado á Juan Montiño, que me acometió equivocándome con don Rodrigo, á quien esperaba para matarle, y si yo no hubiera estado allí cuando don Rodrigo salió, Juan Montiño muere; porque Francisco de Juara, que guardaba las espaldas á don Rodrigo, no se hubiera encontrado con mi espada, hubiera dado un mal golpe por detrás á nuestro mancebo, mientras don Rodrigo le entretenía por delante.

¡Ay! dijo a esto Preciosa , señor mío, que ni es gitano ni ladrón, puesto que es matador. Pero fuélo del que le quitó la honra, y no pudo hacer menos de mostrar quién era, y matarle. ¿Cómo que no es gitano, hija mía? dijo doña Guiomar.

»¿Por qué? me dijo con aire sombrío y temblando convulsivamente: porque cuando le veo me dan ganas de matarle. Esto es horrible, ¿no es verdad? Y como no quiero ser parricida, le he prohibido que se ponga en mi presencia. Hago mal, sin duda, y me acuso de ello; pero quiero evitar una desgracia. »Carlos inclinó la cabeza sobre el pecho y quedó silencioso.

Teníamos la retirada marina á marina, llana y descubierta, y no era lejos del fuerte más de dos millas el lugar donde los turcos habían desembarcado, que era en los mismos pozos donde nosotros habíamos estado diez días, y teníamos más de 70 caballos, con los de la compañía, y los caballos que había dejado el Visorrey y otros caballeros, no teniéndolos los enemigos ni los de la isla caballos con que enojarnos, porque aún no eran llegados los caballos alarbes que esperaban; y si se dejó por entretener allí la armada, porque no fuese á hacer mal en Sicilia ó en el reino de Nápoles, el mejor entretenimiento fuera matarle la gente, de manera que no la pudiera echar en tierra, y tuviera harto que guardar sus galeras con los que llevaba.

Aquello era, cuando menos, una tregua en la espantosa agonía que estábamos sufriendo todos dentro de aquellos ennegrecidos muros. Pero si el que llamaba no era Chisco o quien nos trajera noticias suyas y de los demás ausentes, ¿no había para matarle, fuera quien fuera?

Ni el primer peldaño de la escalera habían de profanar con su pie los infames. Para que no se sobrecogiera mi tío con el estruendo, le habría engañado yo antes con un embuste cualquiera: le habría dicho, por ejemplo, que se había visto la noche antes el lobo rondando la casa por aquel lado, y que pensábamos matarle en las altas horas de la inmediata si volvía.

Traédmelo. 20 Y se lo trajeron; y cuando le vio, luego el espíritu le desgarraba; y cayendo en tierra, se revolcaba, echando espumarajos. Y él dijo: Desde niño; 22 y muchas veces le echa en el fuego y en aguas, para matarle; mas, si puedes algo, ayúdanos, teniendo misericordia de nosotros. 23 Y Jesús le dijo: Si puedes creer esto, al que cree todo es posible.

Entonces José fue tras de sus hermanos, y los halló en Dotán. 18 Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos, pensaron contra él para matarle. 22 Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre.

En su rabia, Gláfira insulta a Abu Hafáz y quiere matarle con un puñalito que lleva en la cintura. El la desarma y le paga su beso y sus insultos con un beso de vampiro. Se le ha dado en el blanco cuello; y a la luz de una lámpara, en un espejo de acero bruñido, hace que ella mire la huella que en su cuello ha dejado. Es el sello le dice de que eres mi esclava.

Fue entonces cuando la condesa, que vigilaba atentamente a la joven, viéndola a punto de caer en los lazos de Monthélin, resolvió dar un golpe teatral, tanto en el interés de su hijo cuanto por odio hacia el hombre que había podido matarle.

Palabra del Dia

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