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Actualizado: 19 de mayo de 2025
¡Miserable! ¡debí matarle! gritó don Víctor cuando ya no era tiempo; y como si le remordiera la conciencia, corrió a la puerta del parque, la abrió, salió a la calleja y corrió hacia la esquina de la tapia por donde había saltado su enemigo. No se veía a nadie. Quintanar se acercó a la pared y vio en sus piedras y resquicios la escalera de su deshonra.
No, no, si es el Provisor déjele usted que entre, que quiero matarle yo mismo.... ¿Quién llora ahí? Es su hija de usted. ¡Ah grandísima hipocritona, si me levanto, mala pécora! la que mata a su padre de hambre, la que echa cuentas de rosario y pelos en el caldo, la que me echa en las narices el polvo de la sala, la que se va a misa de alba y vuelve a la hora de comer... ¡infame, si me levanto!
El espíritu es fuerte y lo sufre todo; pero nuestro cuerpo es débil, y el espíritu que encerrado en él acomete empresas inhumanas, superiores a las fuerzas del cuerpo, acaba por matarle. Allá en su mocedad, cuando estaba sano y robusto, el Padre había hecho grandes penitencias y había sido duro y terrible con su pobre cuerpo.
31 Y procurando ellos matarle, fue dado aviso al tribuno de la compañía, que toda la ciudad de Jerusalén estaba alborotada; 32 el cual tomando luego soldados y centuriones, corrió a ellos. Y ellos como vieron al tribuno y a los soldados, cesaron de herir a Pablo. 33 Entonces llegando el tribuno, le prendió, y le mandó atar con dos cadenas; y preguntó quién era, y qué había hecho.
Pero se suponía que lo necesitaba; debía de conocérseme en la cara; y a él acudí por su fama de discreto, de hombre de mucho sigilo.... Voy a volver arriba a matarle, exprofeso...». Y cuando pensaba en esto, fue cuando sintió absoluta necesidad de dejarse caer. Cayó sentado en el portal y se le fue la cabeza. El zapatero acudió en su auxilio.
Una de dos, o matarle o dejarle, y como no le hemos de matar... Al fin convenimos en que yo vería hoy a esa... cabra loca. No me parece mal. Y según la impresión que me haga, determinaremos. ¿Vais juntos? No, yo solo, quiero ir solo. Además él está hoy con jaqueca. ¿Con jaqueca? ¡Pobrecito!
4 Y les dice: ¿Es lícito hacer bien en sábados, o hacer mal? ¿Salvar la persona, o matarla? Mas ellos callaban. 5 Y mirándolos alrededor con enojo, condoliéndose de la ceguedad de sus corazones, dice al hombre: Extiende tu mano. 6 Entonces saliendo los Fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él, para matarle.
Al encontrar en las calles transeúntes de aspecto germánico, los miraba de frente con ojos de reto. ¿Sería alguno de ellos el encargado de matarle?... Luego seguía adelante, arrepentido de su provocación, seguro de que eran mercaderes de la América del Sur, boticarios ó empleados de Banco, indecisos entre volver á sus casas al otro lado del Océano ó esperar en Barcelona el triunfo siempre inmediato de su emperador.
Ha caído en un misticismo extraordinario, hasta el punto de edificar con su piedad al capellán. Si el señor gobernador le dejase libertad para ello y los reglamentos lo permitieran, se haría cura... Nos hemos visto obligados á separarle de los demás penados, que le colmaban de injurias y de malos tratamientos y hubieran acabado por matarle, tomándole por un espía destinado á denunciarles.
Entre otras ficciones que cuentan de él, refieren, que si alguno le mira, ó él le echa su hálito, muere luego, y que si nace en alguna fuente, el único medio de matarle es ponerle delante un espejo, en que viéndose, muere: y otras cosas que, si fuesen verdades hubiera yo muerto mas de cien veces, porque miré y cogí mas de tres mil.
Palabra del Dia
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