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Actualizado: 19 de junio de 2025


Catalina, verdugo sin consejo, Ingrata á tanto bien como tenia, Habiendo muerto el padre, como viejo, Con el marido á veces mal se habia. Matarle determina: el aparejo En un mozuelo halla, á quien quería En un supremo grado; de tal suerte, Que á todos tres causó su querer, muerte.

El instinto de conservación despertó con ímpetu. «Había que defenderse. Si el otro volvía a disparar iba a matarle; ¡era don Víctor, el gran cazador!». Mesía avanzó cinco pasos y apuntó. En aquel instante se sintió tan bravo como cualquiera. ¡Era la corazonada!

Nada de eso, Sr. don Acisclo dijo Pepe Güeto, dejándose arrebatar del entusiasmo . Es menester sacudir el yugo. ¡Muera D. Paco el tirano! gritó doña Manolita riendo. Ya se entiende que la muerte ha de ser meramente política y no civil ni natural interpuso doña Luz. ¿Y cómo se va V. a componer para matarle políticamente? preguntó Pepe Güeto.

La Caramba, ya quería matarle, ya quería morir ella por amor de él; pero de todos modos ansiaba ser amada. Consultó a una famosa gitana hechicera, que había entonces en Madrid, y esta gitana le vendió el puñalito con puño de oro para que le clavase en el corazón de la efigie, como la Caramba lo hizo. No por eso conquistó ella el vivo y verdadero corazón de D. Jacinto.

15 Ahora pues, vosotros, con el concilio, requerid al tribuno que le saque mañana a vosotros como que queréis entender de él alguna cosa más cierta; y nosotros, antes que él llegue, estaremos aparejados para matarle. 16 Entonces un hijo de la hermana de Pablo, oyendo las asechanzas, fue, y entró en la fortaleza, y dio aviso a Pablo.

Llame usted a sus criados, llame usted a los vecinos, llame usted a todo el mundo para que se enteren de que ha provocado usted a un desgraciado joven para matarle no como hacen los caballeros, con riesgo igual de su vida, sino como los traidores y cobardes, buscando la ventaja para hurtar el cuerpo.

Don Álvaro, si don Víctor no había descubierto nada o si no sabía que don Víctor le había descubierto, volvería otra vez, como todas las noches acaso... y él, don Fermín, podía esperarle al pie de la tapia, en la calleja, en la obscuridad... y allí, cuerpo a cuerpo, obligándole a luchar, vencerle, derribarle, matarle.... ¡Para eso serviría aquel cuchillo!». Doña Paula se movió arriba.

¿No soy yo más experimentado que vos? Experimentado y sabio. Pues respetadme por mayor en edad y en saber. Contestadme, joven, y creed, suponed que os habla y os pregunta vuestro padre. Sois nuevo en la corte, y la corte es muy peligrosa. Habéis dado de bruces con palacio y para vos se ha centuplicado el peligro. ¿Para qué esperáis á don Rodrigo Calderón? Para matarle. ¿Y por qué?

Si usted reconoce que ha hecho mal, y le pide perdón a Dios de su mala intención y procura limpiarse de ella, Dios tendrá piedad de la pecadora. Es que... verá usted... estoy arrepentida por mitad. ¡Matarle a él!, ¿sabe usted que me da lástima?

3 Y yo pondré mi rostro contra el tal varón, y lo cortaré de entre su pueblo; por cuanto dio de su simiente a Moloc, contaminando mi santuario, y ensuciando mi santo nombre. 4 Y si escondiere el pueblo de la tierra sus ojos de aquel varón que hubiere dado de su simiente a Moloc, para no matarle,

Palabra del Dia

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