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18 El que habla de mismo, gloria propia busca; mas el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia. 19 ¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros cumple la ley? ¿Por qué me procuráis matar? 20 Respondió el pueblo, y dijo: Demonio tienes; ¿quién te procura matar? 21 Jesús respondió, y les dijo: Una obra hice, y todos os maravilláis.

Las que se quieran poner desde Salinas hasta la costa del Paraná, pueden distar 24 leguas: hecho esto, es necesario matar las bagualadas silvestres, de las que hay una porcion en estos sitios, á fin de dejar á los indios sin este asilo, lo que se puede hacer con anticipacion.

No es, pues, difícil matar a una persona, pero es casi imposible hacerlo impunemente. Yo podría indicar a usted el medio de envenenar a veinticinco personas a la vez, en una habitación cerrada, sin darles ningún brebaje. El ensayo no costaría ni dos reales, pero al asesino le costaría la cabeza.

E Martín López contestole a su desafiamiento: Como vos sabedes yo so contado aquí por el mas esforzado ome y ardite en el fecho de las armas en toda esta tierra y paresce que los d'Ohando a vos han traído por la mejor lanza de Navarra por vengar la muertte de mi suegro que foe en la pelea peleada con lealtad en el Somo é como el cuibdaba matar a mi, yo a el.

Así debía ser: lo nocivo, lo peligroso hay que suprimirlo. Quedó en silencio Aresti largo rato, y luego añadió con convicción: Matar la fiera sería lo mejor.

Limitábase a juzgarles en cuanto jefes militares de mayor o menor importancia, pero sin atreverse a descargar su indignación sobre ellos porque, siendo ministros de paz, salieran al campo a matar prójimos.

Señorito, señorito... ¡Eh! ¿qué hay? dijo restregándose los ojos. Vamos a apagar. Bueno... ¿Sabe V. si está en la sala de juego el Sr. Merelo? Me parece que , señor. Se fue hacia allá y encontró a su amigo ganando bastante dinero. Al verle entrar, Merelo le dirigió una sonrisa alegre y expansiva; bien claramente se entendía que en aquel instante no le importaba mucho que Miguel se fuese a matar.

V. imaginó que yo iba á matar en mi alma todo remordimiento, toda vergüenza, toda idea del deber á que había faltado, todo temor de Dios, todo respeto á mi honra, todo sentimiento amargo de su pérdida, todo miedo á las penas del infierno, todo aguijón en la conciencia. Se equivocó V., y por eso le parecí insufrible.

El español nunca será lenguaje general en el pais, el pueblo nunca lo hablará porque para las concepciones de su cerebro y los sentimientos de su corazon no tiene frases ese idioma: cada pueblo tiene el suyo, como tiene su manera de sentir. ¿Qué vais á conseguir con el castellano, los pocos que lo habeis de hablar? ¡Matar vuestra originalidad, subordinar vuestros pensamientos á otros cerebros y en vez de haceros libres haceros verdaderamente esclavos!

Un día, por hallarse Gonzalo en Lancia con una comisión de su suegro, salió el Duque a matar liebres acompañado solamente de don Feliciano y de Sanjurjo, el notario. Los perros que llevaban eran los de casa. Pues sucedió que el que más estimaba Gonzalo se portó inicuamente en la caza, tal vez por no asistir a ella su amo.