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Actualizado: 16 de junio de 2025
14 Y le dijo David: ¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido del SE
Mas vms., señores, no se querrán comer á sus amigos; y creen que van á espetar á un jpsuita en el asador, miéntras que el asado es vuestro defensor, y enemigo de vuestros enemigos. Yo soy nacido en vuestro mismo pais; este señor que estais viendo es mi amo, y léjos de ser jesuita, acaba de matar á un jesuita, y se ha traído los despojos: este es el motivo de vuestro error.
17 Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. 18 YO SOY el que doy testimonio de mí mismo, y da testimonio de mí el que me envió, el Padre. 19 Y le decían: ¿Dónde está tu Padre? 22 Decían entonces los judíos: ¿Se ha de matar a sí mismo, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir?
Aparece después un secretario, que intenta convencer al príncipe de lo opuesto, que es á la dicha de sus súbditos, su casamiento con una dama de rango inferior, y de la necesidad de anularlo. A este diálogo sigue un coro de doncellas de Coimbra, que celebra el poder del amor. Acto segundo: Los ministros Pacheco y Coello aconsejan al rey Alonso que mande matar á Inés.
Esto fue poco antes de la guerra de África, bien me acuerdo; y si el tal no se va a matar moros, sabe Dios si... Pero esto no hace al caso, y vamos a lo otro. Que es un caballero decentísimo, no tiene la menor duda.
28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas al alma no pueden matar; temed antes a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el quemadero. 29 ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. 30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados. 31 Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.
Catalina y Martín se encontraban muchas veces y se hablaban; él la veía desde lo alto de la muralla, en el mirador de la casa, sentadita y muy formal, jugando o aprendiendo a hacer media. Ella siempre estaba oyendo hablar de las calaveradas de Martín. Ya está ese diablo ahí en la muralla decía doña Águeda . Se va a matar el mejor día. ¡Qué demonio de chico! ¡Qué malo es!
En los pueblos pequeños, donde la gente se pega de palos y bofetadas, la frialdad, la corrección y la gravedad de los duelos produce asombro y terror. Lo primero que se les ocurrió fué que don Rosendo deseaba matar a alguno. Sólo después de mucho tiempo comprendieron la razón de aquel aprendizaje. Don Rosendo lo tomó con el ardor y seriedad que merecía.
D. Rodrigo de Mur, señor de la Pinilla, acompañado de un criado y de un fraile vizcaíno, de nombre Mateo de Aguirre, aparecieron en París, despachados por D. Juan de Idiáquez con expreso fin de matar al ex-Secretario de D. Felipe.
Sólo pensó con envidia en las gentes de abajo, en los impulsivos que sienten con simpleza sus pasiones, sin el estorbo del honor y la palabra empeñada; en los hombres que saltan por encima de leyes y costumbres, y cuando quieren matar, matan.
Palabra del Dia
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