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Actualizado: 18 de julio de 2025
El polvo señala sobre las paredes desnudas la marca vertical de los paños; y uno que otro clavo conserva aún hilachas y jirones de terciopelo turquí.
Cuando el Hombre Negro ve á alguno de sus propios sirvientes, que tiene la marca y el sello suyo, y que se muestra tan cauteloso en no querer que se sepan los lazos que á él le ligan, como sucede con el Reverendo Sr.
El Beffroi es sinembargo muy curioso por su magnífico juego de 44 campanas, que forman sinfonía cada vez que el reló marca una medida del dia. La enorme torre mide hasta la tercera galería, donde están las campanas, 118 metros de altura y todavía la coronacion del edificio se eleva de allí unos 36 metros.
Parece que el Altísimo á su brazo poder terrible y misterioso presta, por el hacha enrojecida corre raudal de sangre, que á su paso deja con rastro pavoroso señalado, cual su rastro de horror marca la fiera.
16 Y hacía a todos, a los pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos, tomar la marca en su mano derecha, o en sus frentes; 17 y que ninguno pueda comprar o vender, sino el que tiene la marca, o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. 18 Aquí hay sabiduría.
Allí están los dos primos, a la misma hora, infaltables, ya alegres, ya decaídos, según el número que marca la tiza; ayer en la primera rueda la fortuna les sonrió, hoy se les muestra huraña. ¡Mañana será! Y el mañana no llega, parece no querer llegar nunca. Después de las cuatro se marchan, encargando a Rocchio mucho ojo; no hay que dejar pasar el cuarto de hora de la suerte.
Alta señora contestó Plácido porque le tengo también estampado en el hombro derecho, como indeleble marca. Doña Ximena puso entonces los ojos con cariñoso ahínco en el rostro hermosísimo de Plácido, e imaginó que veía al Conde de Saldaña, como estaba en su muy lozana juventud, veinte años hacía.
Todo reposa; en la techumbre pían los pájaros; el sol vívido marca sobre una de las paredes blancas el dentelleo de un tejado; suena una campana lejana... Es preciso comer. Retorno al zaguán. Y entonces grito más fuerte que antes, doy grandes golpazos, levanto la cortina de un cuarto.
Dejo el periódico; trato de dormir otra vez; abro de nuevo los ojos, exasperado. En la negrura, la estrella titilea, blanca, violeta, azul, anaranjada; una luz pasa vertiginosa y marca sobre los cristales una encendida estela fugitiva. Y cuando el tren se detiene de pronto ante una estación solitaria, oigo, en el profundo reposo de la llanura, el tric-trac del telégrafo, sonoro y presuroso.
Y entrados en el siguiente aposento hallamos los muebles revueltos, y algunas prendas de ropas esparcidas, con más un ejemplar impreso del arte de cocina, pastelería, bizcochería y conservería que ha compuesto el dicho cocinero mayor; y pasando á las otras habitaciones, las hallamos en el mismo desorden, y á la ventana de una de ellas, atado un pañuelo encarnado de algodón; y en otra habitación más interior hallamos un gran cofre descerrajado á viva fuerza de sus tres cerraduras, y el cofre vacío y sobre la mesa algunos papeles y libros de dinero puesto á ganancia; y otrosí: halláronse dos espadas y un arcabuz, y examinadas aquéllas y éste, hallóse ser de la marca que mandan las pragmáticas; y otrosí: acá y allá esparcidos halláronse seis doblones de á ocho y cuatro escudos de cruz, y veinte maravedises de plata, de todo lo cual y de los muebles y efectos se hizo el inventario adjunto y quedó entregado de todo el dicho excelentísimo señor mayordomo mayor, por cuyo mandato libro la relación presente de que doy fe.
Palabra del Dia
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