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El cosquilleo le molestaba mucho y también la visión calenturienta de millares de puntos luminosos o de tenues rayos metálicos, movibles, fugaces, imágenes de los malditos y nunca bien execrados pelos que conservaba la enferma retina.

Anda, déjame en paz... te llevo porque es preciso, preciso, si no ¿quién te aguanta en invierno? Pero a ver cómo somos formales, formales... o te quemo esos moños malditos... al fin nunca vas sino hecha una cursi, una cursi....

¡Míralos cómo bajan la cabeza esos malditos! ¡Si nos tuvieran entre sus uñas ya estarían más contentos los muy arrastrados! ¡Gritad ahora viva Carlos Séptimo, tunantes! Pero con quien más se ensañó el furor popular fue con María. Ni su juventud, ni su belleza, ni su debilidad fueron parte a librarla de feroces y asquerosos insultos. ¿Quién es la mujer que viene entre ellos?

No sabía más sino que aquellos malditos carcas eran unos indecentes que nos querían traer la Inquisición y las caenas. Había respirado aquella señora aires tan progresistas durante su niñez y en los gloriosos veinte años de su unión con Jáuregui, que no quería ni oír hablar de absolutismo.

Más de una vez ha escapado con los ricos galeones de Méjico a los garfios de esos malditos ingleses, que, no obstante, no tienen nada de tontos, ¡los herejes! y se persignó. Después, dirigiéndose, al timonel: No vayas contra el viento; orza, orza, torpe, y piensa en virar en redondo.

Celebróse la paz en escritos públicos que anunciaban el reyno de la virtud y de la felicidad en la tierra. Loado sea Dios, dixo Babuco; Persepolis va á ser la mansion de la mas acendrada inocencia, y no será destruida, como querian aquellos malditos genios: vamos sin mas tardanza á ver esta capital del Asia.

Durante aquellos años malditos en que me visteis descender paso á paso hasta el fango del arroyo, mi inteligencia y mi corazón estaban atrofiados. Vivía como un bruto y los destellos de razón que se manifestaban todavía en , no servían más que para satisfacer mis vicios.

El hombre podía moverse libremente, lo mismo que el pájaro y el insecto en el seno de la Naturaleza. Para todos había sitio. ¿Por qué inmovilizarse bajo las ataduras que otros crearon, disponiendo del porvenir de los hombres que debían venir detrás de ellos?... ¡Los muertos, siempre los malditos muertos, queriendo mezclarse en todo, complicando nuestra existencia!...

Con cuatro brochazos fue borrado el nombre de popa; y de los folios de los costados, de esos malditos letreros, que son la cédula de toda embarcación, no quedó ni rastro. El cañonero echó anclas al mismo tiempo que desaparecían en la entrada del pueblo los últimos despojos de la barca.

¡Pero, malditos! exclamaba el doctor, oyendo al Milord y á otros contratistas. ¿No es justo lo que piden? ¿Qué menos pueden reclamar que el cobro semanal y comprar su alimento donde mejor les convenga?... Los contratistas torcían el gesto, excusándose en la inercia de las costumbres. Eran los señores de la villa, los mineros ricos, las empresas extranjeras, los que debían dar el ejemplo.