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Cuatrocientos cincuenta años llevamos en el cogote el agua del bautismo seguía vociferando el capitán Valls , y somos aún los malditos, los réprobos, como antes de la conversión. ¿No tiene gracia esto?... «¡Los chuetas! ¡Cuidado con ellos! ¡Mala gente!...» En Mallorca hay dos catolicismos: uno para los nuestros y otro para los demás.

Es igual, Merweg, es igual; también los otros sembraron de huesos la maleza. ¡Y la Luna vio a sus mujeres arrancarse los cabellos durante tres días y tres noches! ¡Oh, qué horrible jornada! ¡Oh, los perros, se han ensoberbecido con su gran victoria! ¡Que la maldición caiga sobre ellos!... ¡Malditos sean! El loco había arrojado al suelo la corona y la recogió sollozando.

18 Destapa mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley. 21 Reprendiste a los soberbios, malditos los que yerran de tus mandamientos. 22 Aparta de , oprobio y menosprecio; porque tus testimonios he guardado. 23 Príncipes también se sentaron y hablaron contra , hablando tu siervo según tus estatutos. 24 Pues tus testimonios son mis deleites, y mis consejeros.

A donde él va pronto es al nicho.... Pero los moribundos suelen tener doble vista, y puede que haya visto la mejoría de Valentín... voy corriendo, corriendo. ¡Cuánto me estorban estos malditos cuadros! ¡No dirán ahora que soy tirano y judío, pues rasgos de estos entran pocos en libra!... No me dirán que me cobro en pinturas, pues por estos apuntes, en venta, no me darían ni la mitad de lo que yo .

Dijo la voz que en la playa de Campelos....Allá voy por ver si le reconozco. Las cuatro criaturas despertáronse llorando al oír petar en la ventana.... ¡Creían que era el ánima de su padre! Esta mañana, rayando el día, fuí a la casa grande por tener un socorro para este camino tan largo. ¡Echáronme los canes!....¡Malditos sean todos los ricos! Largo camino haces para las criaturas.

Hoy empieza para nosotros una vida nueva. ¡Se acabó la soledad dolorosa! ¡Se acabaron las noches sin término, con sus malditos ruiseñores! ¡Váyanse al diablo ahora los ruiseñores y todos los demás pájaros! EL GRUESO ROMANO. , ya es hora de comenzar una vida de familia. ¡Silencio! Nos escuchan. ¡, ya es hora! Señores romanos, ¿quién será el primero? Nadie se mueve.

Marquesa de Leiva. ¿Lo olvidarás?... ¡Dios mío! ¡Esas mujeres que pasan corriendo!... Sin duda los muy tunantes intentan deshonrarlas. Me voy... Toma, entra en el locutorio. ¡Para qué vendría yo a estos malditos barrios! Toma el ramo de flores contrahechas..., toma la carta, que darás a la Srta. Inés...; le dices que la Sra.

Apenas cerrada la noche, cuando los trabajadores habían terminado su cena, muchos chiquillos y mujeres se encaminaban á la casa de Pirovani, sentándose en el suelo á alguna distancia de ella, para contemplar las ventanas, levemente teñidas de rojo. Si algunos niños impacientes empezaban á perseguirse en sus juegos, las madres les imponían silencio: ¡Callad, malditos, que la señora va á cantar!...

¡Mirá, en hora maza -dijo a este punto el ama-, si me decía a bien mi corazón del pie que cojeaba mi señor! Suba vuestra merced en buen hora, que, sin que venga esa Hurgada, le sabremos aquí curar. ¡Malditos, digo, sean otra vez y otras ciento estos libros de caballerías, que tal han parado a vuestra merced!

Y como final, la cárcel, donde encontró antiguos compañeros; el juicio, en el cual todos los que antes le temían se vengaban de los miedos que habían pasado declarando contra él; la terrible sentencia y aquellos malditos catorce meses aguardando que llegase de Madrid la muerte, que, por lo que se hacía esperar, sin duda venía en carreta. No le faltaba valor.