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Actualizado: 29 de mayo de 2025


¡Majadero! gritó el cura abalanzándose a él con los ojos terriblemente inyectados; pero dulcificándose súbito, añadió: no tienes la culpa... eres Heredia al fin y al cabo, como tu padre, como yo, como mi hermano Pedro... ¡Unos tarambanas todos!... La conversación se había prolongado.

¿Pero este majadero, qué se habrá llegado a figurar? murmuró estrujando el periódico. Y al poco rato, viendo entrar jadeante, corriéndole el sudor por la frente a Brutandor, se encaró con él diciéndole: Oyes, Perico, ¿te sientes con fuerzas para dirigirme en las arduas tareas del periodismo?

Lo cierto es que, mientras la esperanzada Cristeta veía posible la realización de su ventura, don Juan, puestos en ella los cinco sentidos con amoroso empeño, tomaba la resolución de buscar a don Quintín para que éste le sacase de dudas sobre si era o no verdad lo del casorio, y pensando en él se decía: «Está visto que ese pobre majadero ha nacido en provecho míoCapítulo XVIII

El Magistral no pudo menos de sonreír, recordando que los carneros de Panurgo no habían sido monjas ni frailes. Pero don Robustiano repetía lo de los carneros de Panurgo, sin saber qué ganado era aquel, como no sabía otras muchas cosas. Ya queda dicho que él no leía libros: le faltaba tiempo. Don Fermín pensaba: «¿Serán indirectas las necedades de este majadero?».

«¿Y quién es este majadero para intervenir en mis asuntos, ni para hablarme con tal insolencia? ¡Vaya una confianza que se toma el mozo!...» Cada vez más irritado, no respondí a algunas observaciones que comenzó a hacer sobre la gente que paseaba, y al cruzar otra vez a nuestro lado las monjas, me aparté bruscamente, diciendo con el acento más seco que pude hallar: Hasta luego.

Algunos fueron a recibirnos con júbilo creyendo que volvíamos cubiertos de gloria, y en breves palabras contamos lo ocurrido. La gente entusiasta y patriotera no quería creer que el valiente Renovales fuese un majadero. Por desgracia, de esta clase de héroes hemos tenido muchos. Luego que descansamos un poco, después de poner el pie en tierra, fuimos a presentarnos a las autoridades de la Isla.

Parecía mentira que coquetease con semejante majadero; y era lo peor que aquellas ligerezas acabarían por comprometerla. No; él no debía consentirlas en su carácter de tutor, y amigo y hermano, por lo que decidió pedirle en forma solemne una explicación categórica de su conducta, como lo hubiera hecho en tal caso el doctor Avrigny.

Una de las señoritas de Delgado se llevó el pañuelo a los ojos, declarando en voz baja a los que estaban cerca que desde hacía poco tiempo se le saltaban las lágrimas por cualquier cosa. ¡Qué majadero es este don Serapio! Con tanto mover la frente se le va a correr hacia atrás el peluquín. No seas malo, Ricardo; ten un poco de caridad y déjale al pobre que goce sin ofender a Dios ni al prójimo.

¿De modo que este majadero es tu ideal? preguntó en tono burlón en cuanto acabó la lectura. ¿No ves, inocente, que tiene todas las cualidades para ser engañado?... ¿Cómo es eso? dije admirada por la apreciación de Francisca. Ese señor es demasiado cándido continuó. Para cogerle y acapararle no hay más que hacerle creer que se tienen los mismos gustos que él, y ¡pan! ya está pescado...

Eso es, Don Ignacio exclamó Lucía , que en sana razón no pensaría usted lo que... lo que dijo allí. Yendo con usted prosiguió él , con una criatura joven y leal, que ama la vida y siente, y cree, ¿quién me metía a a hablar de nada triste, ni exponer desvaríos abstrusos, convirtiendo el paseo en cátedra? ¡Ridiculez igual! soy un majadero.

Palabra del Dia

ciencuenta

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