United States or Togo ? Vote for the TOP Country of the Week !


La dentadura postiza estaba sumergida en un vaso de agua, sobre la mesilla de noche. Sin dentadura ni peluquín, la piel flácida, verdosa, negruzca, color de corambre, los ojos soterrados, barba y bigote blancos, Novillo no conservaba traza de su pretérita fisonomía. Lo único que le quedaba del añejo esplendor era el abultado abdomen, enarcándose bajo las sábanas.

De una parte, a la cabecera de la cama, permanecían, en pie, Apolonio y Chapaprieta, el capellán de la casa de Somavia, en la mano, y con un dedo entre los folios, el libro donde había leído la recomendación del alma. De la otra parte, una monja le enjugaba el sudor que resbalaba a hilos de la frente y de la calva. El peluquín se veía suspendido en un boliche de la cama.

Aquellas dos grandes figuras de aristócratas renegados como él, le sedujeron por completo; mas el peluquín del uno y la casaca del otro le venían grandes, y al querer amalgamar en mismo aquellas dos personalidades, rompiendo los lazos morales como el primero, y seduciendo a las multitudes como el segundo, resultó tan sólo un bribón infatuado.

Una de las señoritas de Delgado se llevó el pañuelo a los ojos, declarando en voz baja a los que estaban cerca que desde hacía poco tiempo se le saltaban las lágrimas por cualquier cosa. ¡Qué majadero es este don Serapio! Con tanto mover la frente se le va a correr hacia atrás el peluquín. No seas malo, Ricardo; ten un poco de caridad y déjale al pobre que goce sin ofender a Dios ni al prójimo.

Pero Novillo, con ánimo decidido y corazón entero, afrontaba estas escalofriantes escaramuzas con lo sobrenatural y suprasensible, con tal de no aparecer calvo y desdentado a los ojos de Felicita. Despojóse Novillo también del peluquín; extendió por la cara un «Ungüento pompeyano», para preservar la piel sin arrugas, y se dispuso a dormitar.

Probablemente se lo ha enviado el carcamal de mi maridoAl oír el repique en la puerta, hizo un ademán a los otros para que no se movieran, y salió ella a abrir. ¿Quién es? Felicita respondió el camarero. La voz con el nombre llegó a oídos de Novillo. Le acometió un temblor intenso. Con movimientos torpes e inútiles tendía las manos hacia el peluquín y la dentadura postiza.

Es decir, Novillo se figuraba que, así como los pelos de su peluquín pertenecían, sin duda, a un difunto, que otro tanto acontecía con los dientes.

Cuando entramos en la estancia de D. Diego, al punto se nos presentó D. Paco, aturdido, sofocado, balbuciente, con unas disciplinas en la mano, el vestido menos puesto en orden que de ordinario, y ostentando algunas desgreñaduras en lo alto de su peluquín.

A veces, bajo el influjo de una gran contrariedad, o acongojado por la timidez amorosa, estaba cierto, puesto que recibía la sensación, de que se le erizaban los cabellos del peluquín. ¿Qué podía ser esto, sino que el espíritu del difunto montaba en cólera contra el profanador de sus restos mortales?