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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Debe de ser decía para sí una mujer diabólica, hermosa, discreta, poseedora de infernales recursos, cuando ha logrado hechizar y embobar al Conde, que no es ningún chico inexperto ni ningún majadero. Con estas y otras parecidas reflexiones la Marquesa se atormentaba casi de continuo.
«¡Ubi irritatio ibi fluxus!» iba pensando; es verdad, es verdad... he estado ciego... la mujer siempre es mujer, la más pura... es mujer... y yo fuí un majadero desde el primer día.... Y ahora es tarde... y la perdí por completo. Y ese infame....
Señora dijo Salvador quitándose el sombrero, mas sin ver gota , dispénseme usted. Ojos tengo, pero de nada me sirven, pues no hay luz en el pasillo. Buscaba la puerta.... ¿Y soy yo acaso la puerta, señor majadero?... ¡Qué consideraciones gastan con las señoras los hombres de esta casa!...
-Hablara yo más bien criado -respondió don Quijote-, si fuera que vos. ¿Úsase en esta tierra hablar desa suerte a los caballeros andantes, majadero?
Así que fue grande el estupor de éstos cuando a la llegada de D. Peregrín de Andalucía, donde había estado empleado últimamente, le oyeron llamar ignorante y majadero a su hermano en una discusión que con él tuvo en el casino a propósito de la renta de tabacos.
Pero ven acá, loco dijo Javier: ¿por qué no haces una tragedia de cosas del día en que salgan hombres como éstos de ahora? No seas tonto dijo el poeta riendo con la mayor buena fe: ahora no hay héroes. Majadero, ¿pues cómo llamas á Churruca, á Alvarez y á Daoiz? Sí; pero eso son héroes de casaca. Ramón tenía talento y facultades de poeta; pero había nacido en una época funesta para las letras.
Por algo así desea que tu hermano se las líe cuanto antes. Triste sería eso, abuelito, si usted no se equivocara. Pues te aseguro que no me equivoco. Sin embargo, papá no está en el mismo caso que mamá, por lo que a mí toca, y tampoco quiere a mi hermano como le quería. Tu papá es un majadero a quien nunca le cupieron en la cabeza dos ideas juntas.
De Pas le tenía a él por un grandísimo majadero, pero le tributaba la cortesía que empleaba siempre en el trato, sin distinguir entre majaderos y hombres de talento. ¡Oh, mi señor don Fermín! cuánto bueno.... Llega usted a tiempo, amigo mío; el primo está inconsolable. ¡Buen día de su santo!
¿Querías que dejase pasar tan buena proporción de ser señora principal y millonada? ¿Tan mal me quieres, egoísta? No porque te quiero mal, sino porque te quiero á manta, lo siento y lo lloro. Y Tomasuelo lloraba en efecto. Anda, no llores, majadero. ¡Si vieses qué feo te pones! ¿Quién ha visto llorar á un hombrón como un castillo? Pero ¡si no puedo remediarlo!
Esto tiene que pasar. ¡Bah! no faltaba más, siempre he sido dueño de mí... y ahora había de empezar a ser... un majadero...». Se acordó de su cita con la Regenta. Sintió un alivio su furor sordo. «Pronto es mañana.... A las ocho ya sabré yo.... Sí lo sabré... porque se lo preguntaré todo. ¿Por qué no? A mi manera.... Tengo derecho...».
Palabra del Dia
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