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Actualizado: 29 de junio de 2025
¡Majadero! exclamó Diógenes Si le dije que era la derecha... La derecha es la de corcho.
Estas despertaron en su mente un vivo recuerdo; buscó apresuradamente el anónimo que encerraba la denuncia, cotejó ambas letras, y el velo se rasgó entonces por completo. ¡Era la misma!... Probado quedaba que la excelentísima señora condesa de Albornoz era una trapisondista de tomo y lomo, y el excelentísimo señor gobernador de Madrid un majadero de siete suelas.
¿Qué le pasa a Quenoveva? le dije a Mary . La encuentro más pálida y triste que antes. Es que está algo enamorada. ¿De veras? Sí. ¿Y de quién? De un chico marinero que tú no conocerás, que se llama Agapito. Y él no la hace mucho caso. ¿No? ¡Qué majadero! ¿Qué más puede desear ese imbécil? Si no le parece bien ...
Y mirando a Lucía y dándose una razonable puñada en la frente, gritó de pronto Sardiola: Cuanto más, que.... ¡Bobo de mi!; pues claro que va a sanar la señora doña Armanda, cuando vea la alegría que se le entra por las puertas. ¡Ay qué gusto verle a usted casado, señorito! ¡Y con tan linda muchacha! ¡Para bien sea! Majadero dijo Ignacio, bronco y desapacible ; esta señora no es mi mujer.
Llamábale alternativamente brutandor o parisiense; el primer mote, como la palabra misma indica, porque le tenía por el mayor majadero que comía pan; el segundo, porque era muy pulcro, aficionado a vestir a la moda y a llevar esencias en el pañuelo. Aquella vaya continua, aquel martilleo, parecíale muy pesado a Miguel.
Bueno, pues no me he explicado bien: es favorable y no es favorable, porque en rigor... él es inocente, en este caso concreto a lo menos; y además, aunque no lo fuera... el que rompe paga... y él quería pagar... sólo que no había roto... ¿Me explico? No, señor; pero no importa. No se moleste usted. Al cura empezaba a parecerle un majadero el marido de la doña Emma Valcárcel.
«Les esperé para verles salir. Calle tal, número tantos. Me escondí en un portal. ¡Oh!, la suerte de ellos fue que no llevaba revólver...». ¡Matar!... ¿Lección a ella? ¿Y la tuya? ¿La mía, la mía? Ya la tengo, majadero. ¿Todavía quieres más lección? A esa traicionera sí que se la voy a dar, y gorda. Irás a presidio si matas. Pues iré contenta. ¿Y tu hijito?
Pero razonó friamente y se dijo "¡Soy un tonto! ¿Voy á preocuparme por este majadero, cuya existencia mi mujer no tiene trazas de sospechar siquiera?" Pero sus nervios no se calmaron y su cara expresó un descontento que llamó la atención de Clementina hasta el punto de pensar si el mal humor de Mauricio no sería ventajosamente explotable.
Pero me inclino a sospechar que eres un majadero, y que no entiendes ni entenderás jamás estas cosas. EUMORFO. No te sulfures, maestro. Si yo no entiendo esas cosas, entiendo otras más fáciles y agradables de entender. Asclepigenia tendrá quizá su Demiurgo y su Paradigma misteriosos que tú entiendes y posees; pero sus cielos, sus planetas y sus estrellas, son míos desde hace algunos meses.
Lo que a usted le conviene, Manuela, es comprar el caballo cuanto antes, pues si las gentes las ven a ustedes paseando muchos días como hoy, harán maliciosos comentarios. Los que estamos a cierta altura debernos mirarnos mucho en nuestras cosas. Y el afortunado majadero, al hablar de la altura, cerraba los ojos como si sintiera el vértigo de los que se hallan en la cúspide.
Palabra del Dia
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