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Actualizado: 26 de julio de 2025
Pero, tío dijo dulcemente Sagrario, emocionada por el relato, yo no puedo hacer lo que ella; yo soy una infeliz, sin valor y sin voluntad. Llámame Gabriel dijo Luna con vehemencia . Tú eres mi antigua Lucy, que de nuevo sale a mi camino. Sábelo de una vez: hace tiempo que examino mis sentimientos, que analizo mi voluntad, y tengo una certeza: te amo, Sagrario.
El duque y el tío Frasquito creyeron morirse de risa al oír la agudeza de Currita, y la de Valdivieso añadió entre carcajadas: ¡Exacto! ¡Qué frase tan feliz!... Se la contaré a Paco Vélez... ¡Le prince douairier de Matapuerca!... Es menester que le dejemos el nombre; justamente andan muy afanados ahora buscando el árbol genealógico de Lucy...
Más lejos iba Isabel Mazacán con Leopoldina Pastor, en un milord preciosísimo; Pilar Balsano, la duquesa de Bara, Carmen Tagle y otra infinidad de estrellas y constelaciones del gran mundo, entre las que descollaba la señora de López Moreno con su hija Lucy, vestida ella de azul con mantilla blanca y grandes rosas en la cabeza, ocupando casi por completo una gran carretela con arreos a la calesera, y cochero y lacayo con sombrero calañés, pantalón y chupa de oscuro terciopelo.
Amé a Lucy porque era desgraciada e iba a morir; te amo, Sagrario, porque eres en plena juventud una desterrada de la vida, a la que nadie puede querer. Mi amor es para ti, para alegrar lo que te quede de existencia. Sagrario se apretaba contra el pecho de Gabriel. ¡Qué bueno eres! suspiraba . ¡Qué alma tan hermosa! Igual es la tuya, pobre Sagrario. Tu vida ha sido un engaño.
Jamás una palabra de galantería, pero sí una confianza absoluta y la deferencia lisonjera de elevar la conversación cuando se dirigía a ella, demostrándole de ese modo tan galante, sin decirle una palabra, que con ella no podía hablarse vulgaridades como a las demás, porque estaba mucho más arriba de todos y de todas. Un día supo que había roto sus relaciones con Lucy Marry.
Y cuando, terminado el trabajo, vuelve a su casa, barre, lava y se consume como una momia ante el humoso hornillo de la cocina. Yo amé a Lucy por esto, porque estaba consumida y agotada por la explotación, porque era la virgen obrera en toda su melancólica decadencia, nacida hermosa y afeada por la injusticia social.
¡Qué barbaridad!... ¿Pero usted vio a los carlistas?... ¿Que si los vi?... Al salir del túnel, en un altito había un montón de ellos, y en medio uno con entorchados, que era don Carlos... Lucy decía que no, pero yo creo que sí. Uno chiquitillo, bizco, con barba rubia, picado de viruelas, que nos hizo con el puño así...
LUCY. Espero que el señor Mers no vacilará nunca... LA SE
LUCY. ¡Va usted a ver...! ¡Es un cuento de hadas...! ¡Figúrese lo sorprendida que me quedaría...! El mostróse muy chic y no me propuso nada vergonzoso.
Sí dijo la condesa , es un calavera, no hay duda, pero como todos estos perdidos, tiene un corazón de oro, y a más de todo esto, es encantador... ¡Ah! que obra de caridad sería la vuestra, hija mía, si me ayudaseis a librarlo de las garras de esa Lucy Marry... porque es Lucy Marry ahora, ¿sabíais? ¡Ah! Sí, de la Opera... la que hace de paje... ¡Esto es horrible, horrible!
Palabra del Dia
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