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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Yo sufría por ella y tanto como ella, pero le contesté con dulzura y logré hacerle comprender que su resentimiento era excesivo y hasta injusto, pues, al fin, la vanidad de la Marquesa de Oreve no hace daño a nadie más que a ella misma y en modo alguno al artista que la pinta como es.

Según lo que pude colegir de las vagas indicaciones de la madre, no había gran seguridad de que lo hiciese. Halagando la pasión desenfrenada que ésta tenía por hablar, logré que me relatase la historia de la graciosa monja. No necesito advertir que primero le pedí la de la hermana María de la Luz. El amor me hacía un diplomático sutilísimo.

Si pudiera dar la vuelta un poco más allá de la cortadura, las cogería.» A fuerza de mirar y de inclinarme logré ver una esquina del escalón, por encima del precipicio. Al lado había un acebo bastante firme. Me así del acebo, extendí la pierna y, ¡ya lo ves!, aquí llegué. ¡Pero qué lucha, Hullin! El padre y la madre querían sacarme los ojos.

Aunque mis ojos iban presurosos de un lado a otro, no logré ver a Gloria. En cambio, al acercarme a la cancela en compañía de don Oscar tuve un encuentro, que por poco se convierte en catástrofe y da al traste con todos mis planes.

Viéndole tan activo, tan solicito, tan poseído de su papel de amo, me acometió un deseo punzante, que con dificultad logré reprimir, de preguntarle: «Vamos a cuentas, amigo mío: yo no dudo que amases entrañablemente a tu padre; pero si por un movimiento libérrimo y absolutamente secreto de tu voluntad pudieses resucitarle para entregarle de nuevo ese título y esa gran fortuna que ahora posees, ¿lo harías? ¡No mientas! ¿lo harías...?» Después de esto le he tropezado muchas veces en sociedad, saludado, acatado por todo el mundo.

Uno de ellos, no el que venía delante, sino otro, extendió el brazo por encima del hombro del primero y me agarró de las narices y me dió un fuerte tirón que me hizo lanzar un grito de dolor. Di un salto de través, porque mis espaldas tocaban casi á la pared, y logré apartarme un poco de ellos; y alzando el bastón, lo descargué, ciego de cólera, sobre el que venía delante.

Sorege pensaba: Lea comerá en su casa antes de ir al teatro, según su costumbre. Si esta mañana no estaba en casa cuando me presenté, la encontraré seguramente ahora. Cueste lo que cueste, por cualquier medio, es preciso que logre hacerme escuchar por ella aunque no sea más que un cuarto de hora. Que yo la vea, que mis ojos se fijen en los suyos y la obligaré á obedecerme.

Acaso no logre conocer el espíritu, pero conoce la materia; tal vez no conozca á su criador, pero conoce la criatura; tal vez no logre explicarse la sociedad humana, pero se explica al hombre.

Sáenz Peña se ocupó siempre mucho de las señoras. Mi familia por parte de padre dice Petrona siempre fue roquista; pero yo, últimamente, me hice roquera. Y así logré meter a Bernadito, a mi yerno, en la diplomacia. En cuanto le hablé, una noche en el Colón, «concedido, concedido», me dijo; «recuérdemelo, Indalecio» añadió, dirigiéndose al doctor Gómez, que también es muy fino.

Palabra del Dia

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