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Todo esto envuelto en un torbellino, una brisa, una confusión eterna. Es el sepulcro sin la calma. ¿Tiene culpa el mar de la perfidia de esa playa? No por cierto. El mar llega allí, como por doquiera, bullicioso y robusto, pero lealmente.

Con este criterio, lector amigo, escribí yo el libro que entre las manos tienes, y lealmente te lo aviso para que lo arrojes a tiempo si mi modo de pensar no te satisface.

La he llorado durante veinte años y he llevado lealmente su luto. Pasemos, pasemos. Pero al fin llega una hora en que no debe uno ya mirar detrás de y en que los minutos están contados para llenar nuestros deberes respecto del porvenir como respecto del pasado. Un noble no puede dejar extinguirse el nombre que ha recibido de sus antepasados para transmitírselo a sus descendientes.

Tendré mucho gusto en hacer con usted las veces de madre.... Don Carlos no me trataba como a un mozo inexperto y vano, antes, por el contrario, me distinguía con su afecto, me confiaba planes y negocios, y conversaba conmigo franca y lealmente, con la sinceridad y llaneza de un amigo viejo.

Declaróme honrada y lealmente que así era la verdad; y con esto y un poco de astucia mía, fuimos entrando paso a paso en el terreno a que yo deseaba conducirle, o mejor dicho, fui sabiendo de él todo lo que necesitaba para acabar de conocerle «por dentro». A él, que estudiaba tercero del bachillerato en Santander, lo mismo le daba.

»Pero el conde de Pópoli repliqué, declaró, al morir, que había sucumbido lealmente, y en un combate donde su honor no había sido empañado.

Por eso el día que el padre de Magdalena nos presentó recíprocamente en casa de mi tía diciéndole que era yo el mejor amigo de su hija, recuerdo que al estrechar la mano del señor De Nièvres pensé lealmente: «¡Pues bien, si ella le ama, que le ame él también!» Y en seguida fui a sentarme al fondo del salón y los contemplé bien convencido de mi impotencia, más que nunca obligado a callar, sin irritación contra el hombre que nada me quitaba puesto que nada me habían dado, reivindicando el derecho de amar como inherente al derecho de vivir y diciéndome con desesperación: «¿Y yo

Bueno, no tenéis en la cabeza ninguna locura respecto del caballo, ¿eh? ¿Lo venderéis bien lealmente y me entregaréis el precio? De otro modo, ya lo sabéis, todo se lo llevará el diablo, porque no tengo otra tabla de salvación. Os agradará menos el desplomarme la casa encima, sabiendo que también os apretará a vos.

La aduana de Southampton tiene un movimiento extraordinario, y á pesar do la rigidez con que se hacen los registros y se cobran los derechos pude observar dos cosas muy notables: que en Inglaterra el viajero es tratado con decencia y respeto por los empleados fiscales, pues allí no hay esas inquisiciones sobre la persona, que insultan delicadeza del hombre de honor y el recato de una señora; que el viajero que quiere evitarse prolijos registros en su equipaje, no necesita mas que decir franca y lealmente lo que lleva en sus baules, en cuyo caso el registro se limita á los objetos denunciados por el propietario.

Les ayudaré lealmente, señor de Tragomer, y si hay quien tiene algo que ocultar, peor para él. Lo primero es defender á las personas honradas. Cuando Jacobo de Freneuse se presente, dijo Cristián, mire usted bien á Jenny Hawkins y á Sorege. Por muy dueños que sean de mismos, nos entregarán su secreto por el extravío de sus ojos y la palidez de sus semblantes.