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Actualizado: 26 de junio de 2025


Colorado como un pimiento declaró el español que, por una casualidad que lamentaba, no traía consigo aquella insignificante cantidad; pero que en un periquete corría a su casa... que estaba muy cerca, y volvía con los cuartos. Y echó a correr sin oír las palabras de Mochi que, por no molestarle, renunciaba al préstamo.

Con las manos tendidas y una expresión gozosa en el rostro, que hacía irradiar sus lentes, avanzó hacia Ferragut. Su encontrón casi fué un abrazo... «¡Querido capitán! ¡tanto tiempo sin verle!...» Sabía de él con frecuencia, por los informes de su amiga; pero aun así, lamentaba como una desgracia que el marino no hubiese venido á verla.

Bien, joven, puesto que usted lo ha resuelto, separémonos; pero usted me hará justicia algún día... ¡Vea usted la situación a que me veo reducido! ¡Todo lo he perdido! Y mientras don Eleazar se lamentaba, todos lo oíamos en silencio, como consternados por la horrible desgracia de ese hombre providencial que engullía como un tiburón, en medio de la catástrofe de su fortuna.

Aquella sesión de barbilampiños, en que se exponían las más peregrinas teorías económicas, con la gravedad de padre de la patria, y se barajaban los millones de pesos como simples naipes, ofrecía especial interés; había empleadillo de tres al cuarto, que hablaba de hacer una operación de muchos miles, y niño apenas destetado, que decía con arrogancia que el Banco acababa de otorgarle fuerte suma con su sola firma; el hermano de alguien que estaba en el candelero, pellizcándose el bozo incipiente, brindaba su poderosa influencia, y un rabonero recalcitrante, sin más haber que las dádivas de su papá, se lamentaba de sus pérdidas en la última liquidación.

Desta manera lamentaba también su adversa fortuna mi amo, dándome relación de su persona valerosa. Pues, estando en esto, entró por la puerta un hombre y una vieja. El hombre le pide el alquiler de la casa y la vieja el de la cama. Hacen cuenta, y de dos en dos meses le alcanzaron lo que él en un año no alcanzara: pienso que fueron doce o trece reales.

Uno de los compañeros de bolsa de Mesía, viejo verde de cincuenta años, el señor Palma, banquero, lamentaba que la juventud no fuese eterna, y con lágrimas en los ojos, de pie, con una copa ya vacía en la mano, exponía su sistema filosófico de un pesimismo desgarrador, como decía el capitán Bedoya.

Lamentaba no poder ayudar á su ilustre jefe en este trabajo de la memoria. Pero aunque su voz era reposada y su gesto tranquilo, la inquietud hizo correr por su cuerpo ondas nerviosas de diversas temperaturas. Sabía perfectamente á quién se asemejaba el gigantesco gentleman, pero tuvo buen cuidado de no revelarlo al Padre de los Maestros.

Eva lamentaba su pérdida tanto como la de la amistad de los bienaventurados. En vano Adán se calentaba la cabeza buscando algo adecuado para sustituirlas. Hizo tortas de trigo, que roció con la miel de las abejas, recientemente subyugadas; secó los frutos de la viña, inventando las pasas antes que el vino, y así llegó á descubrir el pudding.

Ustedes tendrán que hablar dijo mirando a su reloj . Va a ser mediodía. ¡La hora del almuerzo! Me hace falta un poco de paseo para despertar el apetito. Y se alejó, seguido por la risa de Maltrana, que lamentaba irónicamente la inapetencia del cura. Ojeda quiso saber qué había hablado su amigo con Martorell y el padre de Nélida.

La madre lamentaba que no fuese militar, considerando sus aficiones como algo que torcía los altos destinos de la familia. El profesorado, las ciencias y la literatura eran refugio de los judíos, imposibilitados por su origen de obtener un grado en el ejército.

Palabra del Dia

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