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No intento hablar ahora de los espantosos conciertos que tal vez prepara, de sus dúos con las rocas, de los alaridos y sordos truenos que produce en el fondo de las cavernas, ni de la sorprendente gritería en que se juraría oir: ¡Socorro!... No; escogeremos uno de sus días graves, en que usa de su fuerza sin violencia.

Porque puede usted creerme, y se lo juraría si fuese lícito jurar: bien sabe Dios que la tal mujer hasta me es aborrecible, y que no le habré mirado a la cara media docena de veces desde que estoy en los Pazos. No, pues a la cara se le puede mirar, que la tiene como una rosa.... Ea, sosiéguese: a se me figura que nadie piensa mal de usted con Sabel.

Aquí era la marquesa la cautivada, porque cautiva la tenía la noblota ingenuidad del hombrecillo. Juraría entonces que aquella era la primera vez que veía de cerca un corazón de oro. ¡Y en qué cuerpo le hallaba, y de qué retórica se servía!

Por el contrario, quiero que hagáis el proceso de manera que no pueda, ni aun por barruntos, sospecharse quién es el homicida. Lo haré, señor. Pues id al momento, no con el difunto una ronda. A tal hora y lloviendo, juraría que no hay un alcalde fuera de su lecho, ni más alguaciles de pie que los que yo traigo.

¿Estás aquí? preguntó Bringas después de aguardar un rato, durante el cual hubo de dudar si su esposa estaba presente o no. Aquí estoy... respondió Rosalía contestando apresurada . El panadero... hoy no he tomado más que tres libras... Pues yo juraría... ¿Será que todo lo veo trastornado? ¿Todavía estás con lo de la bata?... dijo Rosalía acercándose a él y haciéndole caricias...

La maldita parecía que lo hacía a propósito y por vengarse de lo muy derecha que la he obligado a andar cuando me corría mantones... Figúrate; en un puro delirio hasta que Dios amaneció. Juraría que todo el aguardiente que ha bebido en su vida se le subió a la cabeza esta noche.

Juraría dijo que al llegar á la puerta por la parte de adentro, he sentido pasos silenciosos, pero precipitados, que se alejaban. No importa, yo volveré y veremos lo que esto significa. Dadme la mano para que os guíe, fray Luis. El padre Aliaga dió á tientas la mano al bufón. Estáis muriendo, padre; vuestra mano está fría como la de un muerto dijo el bufón al sentir el contacto de aquella mano.

La niña levantó el rostro, que estaba encendido y turbado. ¿No acabo de dar un grito? Martita se turbó y encendió aún más, y apenas pudo responder con voz temblorosa: No..., yo no he oído nada. Ricardo la miró fijamente y con asombro. ¿Por qué se ruborizaba aquella chica? Estaba soñando, pero juraría que he dado un grito... y juraría también, ¡qué cosa tan extraña!, que me has dado un beso.

Vamos, juraría yo que ha conocido usted á algún muchachuelo ... Eso no tiene nada de particular, hija mía: para eso es la juventud. Eso no tiene nada de particular. ¡Bah! no se ponga usted encarnada. Por las llagas de Jesucristo, que no me enfado yo por eso ... no.

¿No?... Pues juraría... Pero, en fin, lo mismo da. De todos modos, yo estaba muy alegre aquella tarde, y si hubiera tenido ganas de pagarlas y dinero, seguramente las hubiera pagado. No hay momentos más felices que estos en que el hombre todavía no ha perdido la timidez. No me da vergüenza confesarlo. Ayer me concedió por primera vez María-Manuela un beso.